21

2.3K 320 372
                                    

21 | Las primeras veces del más experto

No me controlé en lo más mínimo. Bajé las manos hasta sus pantalones y los empujé hacia abajo. Me separé de sus labios solo para asegurarme de que habían tocado el suelo antes de apretar diez dedos en sus nalgas desnudas y tirar de él hacia arriba. Quizás era porque estaba acostumbrado, pero no pesaba nada.

¿Sería esa una postura adecuada para tener sexo en un futuro? Porque estaba casi seguro de que podría hacerlo subir y bajar sin apenas esfuerzo durante un rato.

Basta. Aún no sabía si la primera vez iba a ser tan buena como esperaba, no podía ir planeando ya próximas veces. Debía centrarme.

Cuando me alejé para respirar y ver por dónde caminaba, ya que su apartamento estaba dispuesto en espejo al mío y podía chocarme y hacernos daño, Donghae empezó a darme besos por la cara y el cuello. Disfruté como un tonto de cada roce.

Llegué a la silla y tomé mi mochila. Busqué la forma de cargar con ella sin dejar de tocarlo, pero no la encontré, así que decidí aprovecharme de mi posición.

—Precioso.

Él se dio por aludido al instante. Abandonó los besos en mi mandíbula para mirarme con las pupilas dilatadas y las lentillas tan rojas como sus mejillas.

—¿Qué?

—Lleva esto por mí.

Tomó las asas de la mochila sin dudar y se quedó con los brazos alrededor de mi cuello. De este modo, yo puse mantener mis manos en su culo, mis antebrazo pegados a su muslos, mi atención centrada en su cuerpo cubierto solo por un tanga azul, un calcetín amarillo y otro calcetín narnaja.

—¿Qué hay aquí dentro? —preguntó de camino a su habitación.

Sabía dónde estaba porque la había visto de camino al baño, pero nunca había entrado en ella. Pero nuestra primera vez tenía que ser en una cama.

—Cosas.

—Eso es obvio. ¿Puedo mirar?

—No.

—¿Me azotarás si lo hago?

—Te azotaré si no lo haces —reí.

Él dudó.

—Entonces… ¿los azotes son premios?

—Supongo.

Estaba acostumbrado a que mi lado dominante saliera sin pensar, como una parte de mí que se había escondido durante veintitrés años, esperando a que alguien como Donghae apareciera para salir a la luz. No había caído en que nuestras relaciones sexuales no iban a ser exactamente iguales a las que Kyuhyun tenía con su novio. Ellos eran vainilla.

Nosotros no.

Tampoco pretendía que lo fuéramos, pero esperaba que a parte de lo obvio no hubiera muchos cambios en la forma de hacerlo, porque tendría que hacerme unos apuntes nuevos y no conocía a ningún dominante.

—Vale —aceptó—. Y, entonces, ¿cuál sería el castigo?

Crucé la puerta de su habitación mientras él esperaba mi respuesta con entusiasmo. Miré alrededor en busca de la cama. En mi apartamento, esa era la habitación de mis padres, la más grande y con la cama más espaciosa. Aquí era la suya, igualmente grande y con la cama de matrimonio.

Nos guié hasta allí y me incliné con cuidado hacia delante hasta que su espalda dio con el colchón. Después apoyé los codos a casa lado y tomé sus labios en un beso profundo, con sus tobillos en mi espalda y sus dedos aún sujetando mi mochila.

El orgullo de un íncubo [EunHae +18]Where stories live. Discover now