1

2.2K 353 182
                                    

1 | Los inconvenientes de haber tenido sexo más de 120 meses seguidos

Donghae

—Ke… Kevin… me encantas… eres tan sexy… estás tan apretado, Kevin… yo te…

Le cubrí la boca con una mano para que se callara. Qué pesado. Me gustaba cuando gemían. Podía aguantar que fueran felices de cumplir por fin sus fantasías más oscuras. Pero cuando se pasaban toda la noche hablando sin parar me entraban ganas de ponerles una cremallera en la boca.

Literalmente.

Pero, por mucho que los humanos creyeran que estaban soñando, podrían asustarse. Y su semen no tenía tantos nutrientes cuando pasaban miedo.

Sin embargo, disfrutaban de ser dominados. Si yo estaba arriba, montándolos, y les tapaba la boca, sus pollas empezaban a temblar. Los dos salíamos ganando. Ellos se callaban y yo, a cambio, los llevaba al orgasmo.

En el momento que el primer chorro me acarició las entrañas, mi magia titiló. Afortunadamente, él había cerrado los ojos y no pudo ver cómo su enamorado se convertía en mí durante un instante. Y para cuando volvió a abrirlos, llenos de lágrimas, la imagen de un chico de cabello rizado y piel negra era lo único que su mente podía interpretar.

Me agarró el culo con las dos manos para hundirse en mí hasta el fondo. Eché la cabeza hacia atrás y me raspé el labio inferior con los colmillos. Su semilla continuó llenándome. Sentí todas sus fuerzas escapando de su cuerpo y deslizándose dentro del mío. La energía me recorrió primero los dedos de los pies. Subió poco a poco por mis piernas y llegó a mi miembro en forma de orgasmo.

El placer me ayudó a drenarlo más rápido. A comer mejor. A absorber más nutrientes. Suficientes para aguantar un mes con el estómago lleno.

La elección de enero había sido perfecta.

El humano cayó inconsciente en cuanto su polla salió de mi interior. Noté que todavía quedaban algunas gotas de semen entre mis nalgas, así que las recogí con un dedo y me las llevé a los labios. No podía desperdiciar nada.

Bajé de la cama recargado. En la habitación había un espejo de cuerpo entero y anduve hasta él para observarme. Bueno, para observar al veinteañero del que ese chico estaba enamorado hasta las trancas. Su compañero de equipo en un deporte con redes y pelotas.

Me preguntaba si en marzo podría ir a por él y averiguar si soñaba con el dueño de esa habitación. Aunque si lo hacía y realmente era el pasivo, debería limitarme a chupársela. La energía de las mamadas solo duraba una semana.

Bien, no importaba. El sexo era agradable y no pasaba nada por darse un capricho de vez en cuando.

Meneé un dedo para salir del sueño del rubio. Él estaba en pijama, con la parte delantera de su sábana empapada. Y yo ya no estaba. Mi cuerpo real no tenía reflejo ni sombra. Gajes de ser un demonio, supongo.

Estiré las alas y salí volando por su ventana para disfrutar un poco del aire fresco antes de irme a casa. Me sentía tan bien.

Volví al infierno antes de que saliera el sol. En el rincón de los íncubos y las súcubos vivíamos nosotros, como bien indicaba su nombre. Esa noche habíamos salido a cazar los jóvenes, por lo que me encontr a todo el grupo de demonios desnudos en la plaza de los picos. Un espacio despejado lleno de salientes puntiagudos que solíamos usar como punto de reunión.

Muchos estaban contentos y llenos de energía, como yo. Otros estaban enfadados porque no habían conseguido el banquete que esperaban. Bien porque el chico no tuviera mucho que absorber, bien porque no habían sido capaces de manipularlo adecuadamente.

El orgullo de un íncubo [EunHae +18]Where stories live. Discover now