9

1.8K 303 518
                                    

Los mensajes escritos por Donghae aparecerán en negrita y los escritos por Hyukjae en cursiva ❤️

Disfrutad mucho del capítulo.

Pd: que digan yo las que entienden la referencia del título ~

9 | Las alas no son la zona erógena de un íncubo

El apartamento no era muy diferente a como lo recordaba, cosa normal porque solo hacía ocho días desde la primera y última vez que había estado allí.

El problema es que hacía mucho calor, muchísimo. Empecé a sudar mientras dejaba mis zapatillas a un lado.

—¿Sigues teniendo el termostato al máximo? —pregunté mientras me quitaba la chaqueta—. ¿Tanto te gusta el calor?

—Claro, así puedo ir desnudo.

Recordé toda la conversación del día anterior como si fuera una película reproduciéndose en mi cabeza. Sobre todo la última parte. Mi cazadora y su tanga azul. O negro. Ahora llevaba ambas cosas.

Y podía quitárselas.

—Bu-bueno, pero mientras yo esté aquí podemos bajarlo un poco.

—O podrías desnudarte.

—Muy gracioso —dije, y reí de forma tan fingida que hasta él debió de darse cuenta de lo que pensaba en realidad.

Estiró los labios en un mohín.

—Vale, bájalo, pero solo un poco.

Eso fue suficiente para mí. Me di prisa en llegar al termostato y lo dejé en una temperatura agradable, más propia de la primavera que del invierno.

Cuando giré, Donghae no estaba desnudo, pero tampoco llevaba tantas capas. Se había quedado con sus pantalones y una camiseta de tirantes blanca que lo transparentaba todo. Para llevar eso, podría no llevar nada.

Sacudí la cabeza y me quité el jersey. Mi camiseta interior era de manga corta y bastante más ancha, aunque tampoco tenía tantos músculos, tatuajes o piercings que pudieran transparentarse.

Pero eso daba igual. Estábamos en su apartamento, cómodos, sin frío ni calor, e íbamos a pasar el resto de la tarde organizando su teléfono. Era una tarde totalmente normal. Si fuese Jongwoon en lugar de Donghae no cambiaría nada.

Lo primero que hice fue llamar a la compañía de teléfono para contratar un plan. O intentarlo, porque no contestó nadie.

—A lo mejor han cerrado ya —comenté.

Donghae me miró desde el sofá, pero no dijo nada. No sé en qué estaría pensando. Por si acaso, llamé otra vez, pero tampoco hubo suerte.

—Tengo que dar mis datos, ¿verdad? —preguntó entonces.

—Claro, tu nombre, dirección, la tarjeta para pagar… Esas cosas.

—Ya —miró hacia el techo y luego a mí otra vez—. Déjalo. Llamaré a mi padre y le pediré que lo haga por mí.

—¿Seguro? No me cuesta nada.

—Seguro. Ven, siéntate, has dicho que podía decorar el móvil sin ponerle código.

Dudé, pero no tenía sentido que insistiera más, así que me dejé caer en el sofá. Él se acercó tanto que prácticamente miraba la pantalla por encima de mi hombro.

—¿Tienes la contraseña del wifi?

—¿La qué?

—Déjalo —reí.

El orgullo de un íncubo [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora