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24 | No hacen falta espejos cuando tu humano tiene dos ojos

Donghae

Nadie sabía nada. Mi mentora, Jeno y los demás pensaban que solo había ido de visita porque estaba cansado de perseguir a un creyente. Puede que los dos primeros se hubiesen dado cuenta de que no me sentía muy bien, pero seguro que lo relacionaban con la falta de alimentación y no con que Hyukjae me hubiera gritado que me alejara.

Cuando el domingo había visto a Cameron volver enfadado, no sabía qué pensar. Resulta que había intentado follar con Hyukjae, pero él no había querido ni con mi apariencia ni con la de nadie. Lo había rechazado.

Eso me había alegrado porque significaba que no estaba enamorado de mí.

Pero también había hecho que me pasara varios días más estrujando el peluche de Kirby al resguardo de un volcán. Había llegado a sopesar la idea de subir al mundo humano, alimentarme de un macho cualquiera y decirle a Cameron y a Vanessa que me rendía.

Si no había hecho nada de esto era principalmente porque la idea de alimentarme de alguien que no fuera Hyukjae me daba dolor de estómago. No quería a otro humano. Lo quería a él.

Y justo por eso había vuelto.

Lo que no esperaba era que Hyukjae se hubiera interesado lo suficiente en mí como para hablar con Jungsoo. Lo suficiente como para perdonarme, como para disculparse.

Lo suficiente como para alimentarme.

Lo suficiente como para aceptarme. Porque hubiera podido perdonarme e incluso alimentarme, pero no volver a querer saber nada de mí después de eso. Pero él no era así. Él me apreciaba de verdad.

Demonio o humano, a Hyukjae le daba igual.

Ese lunes era el primer día del nuevo curso en la universidad. Yo había sugerido quedarnos en mi apartamento, follando hasta la hora de cenar, pero no quería.

Bueno, sí quería, pero no podía.

Me pasé todo el camino en coche con un mohín en los labios. Cuando se detuvo en el aparcamiento del campus, giré a mirarlo, listo para volver a pedirle que diera media vuelta. El problema es que lo encontré sonriendo. Y esa sonrisa hizo que todo mi enfado se disipara al instante.

—¿Qué pasa? —pregunté.

Estiró una mano y me acarició la mejilla.

—Me encanta cuando haces pucheros —bajó despacio hasta que su pulgar estuvo sobre mi labio inferior—. ¿He dicho ya que te echaba de menos?

Asentí. Me lo había repetido un montón de veces mientras se empujaba dentro de mí. También había vuelto a pedirme perdón y me había llamado precioso una y otra vez. Era gracioso que se sintiera tan mal por haber besado a Bora una vez cuando yo era un demonio y le había mentido durante dos meses. Pero me gustaba. Mucho. Sentía que realmente le importaba nuestra relación.

No pude evitar sonreírle de vuelta. Subí mi mano a su dorso y le acaricié las venas y los nudillos.

—¿Y yo te he dicho que me encantan tus manos?

Él también asintió. Deslizó la mano suavemente hasta mi cuello y apretó. Fuerte. Y mientras lo hacía, comprobó por las ventanas que no había nadie conocido alrededor y tiró de mí para darme un beso corto pero intenso. Si necesitara respirar, él me habría robado todo el aire.

—Mi dominante favorito —gemí.

Me mordió el labio inferior.

—Tu único dominante.

El orgullo de un íncubo (PAUSADA) [EunHae +18]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt