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7 | El amor hace que a los machos inteligentes les gusten las hembras aburridas

A las tres y media pasé a por Jongwoon y nos fuimos hacia el centro comercial.

Me había puesto tejanos y sudadera. Yo creía que iba bastante bien para jugar a los bolos, pero al mismo tiempo no dejaba de imaginarme a los demás vestidos con corbata y mocasines. Jongwoon tuvo que repetirme las razones por las que eso era imposible durante todo el camino.

Después de aparcar, subimos hasta la bolera. Para entonces estaba un poco más calmado. Solo un poco. La verdad es que no me relajé del todo hasta que vi a Bora sentada junto a una mesa, con tejanos altos y un jersey rosa. Los demás vestían de forma similar. Algunos incluso llevaban chándal.

Suspiré y avancé entre la gente hasta llegar a ellos. Exceptuando a Bora y a Lisa, solo reconocí a Jungsoo, que charlaba animado con varias de las chicas y con otro chico que llevaba la capucha puesta y me daba la espalda. Menos mal que Jongwoon había venido conmigo.

—Hola —saludé en general. Bora meneó la mano desde su sitio, pero no se levantó.

El resto se presentó uno a uno, y la verdad es que no recordaba ningún nombre cuando Jungsoo y sus acompañantes se dieron cuenta de que estábamos allí. El aludido fue el primero en levantarse.

—¡No es justo! —exclamó, falsamente indignado— ¡Hyuk tiene muy buena puntería!

—¿Hyuk? —preguntó una voz. Y entonces el chico de la capucha dio media vuelta.

Era Donghae.

—Bueno —murmuró mi mejor amigo—, me parece que ni con traje hubieras sido el peor vestido de la bolera.

No pude sonreír al verlo, con sus capas de todos los colores, pantalones de chándal verdes y las zapatillas de jugar a los bolos. Esperé que dijera algo ahora que no podía salir huyendo.

Pero al parecer sí que podía, porque se puso de pie, le dijo algo a Jungsoo y a los demás en voz baja y corrió hasta el baño.

Y aunque una parte de mí quería ir detrás de él y acorralarlo para que me dijera sí o sí qué le pasaba, la parte sensata me obligó a quedarme ahí fuera. Me puse mis zapatillas, me senté en una de las mesas y fingí que me acordaba de sus nombres mientras charlábamos como si nada.

Para cuando decidieron comenzar a jugar, hacía aproximadamente media hora que Donghae había desaparecido.

—¿Queréis que vaya a buscarlo? —preguntó Jungsoo. Nadie se negó, así que se levantó y fue.

Suspiré.

—¡En cuanto salga Donghae, empezamos! —exclamó Lisa con entusiasmo.

—¿Crees que se ha escondido para no verte? —me preguntó Jongwoon al oído.

Asentí sin dudar, pero no quise decir nada más al respecto. No me apetecía hablar del tema. No con él, al menos.

Unos minutos después, Jungsoo volvió. Y no iba solo. Donghae caminaba detrás de él, con la mano del capitán enganchada a su muñeca. Levantó la cabeza y me miró. E inmediatamente después hizo amago de volver a marcharse, pero Jungsoo no se lo permitió.

Entonces el juego comenzó. Yo estaba en el mismo equipo que Bora, sus amigas y algunos chicos más. En el otro estaban Jungsoo, Donghae y el resto. Jongwoon dijo que se quedaba a mirar, pero se sentó a un lado, hundió la cabeza en su teléfono y no volvió a levantarla.

Aquella no estaba siendo la velada que llevaba imaginando durante las últimas veinticuatro horas.

Todos tiraron. Hubo gritos, risas, fotos, videos, muchos fallos graciosos y varios semiplenos frustrantes. Se lo estaban pasando bien. Y yo intenté hacerlo también. Lo juro. Pero no podía.

El orgullo de un íncubo [EunHae +18]Where stories live. Discover now