Decisiones

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Una semana había transcurrido desde que Lucius decidió hacer presencia en el mundo mágico. Conocía los riesgos del plan, pero era necesario si quería evitar que siguieran haciendo daño a su hijo, aunque para conseguirlo tuviera que aprovechar la ventaja que el Omega de Dennis les brindó y la absurda propuesta de Potter a Draco.

Arregló el cuello de la camisa que luciría esa mañana, y pensó en lo que causó su desconexión por trece años.

A su mente regresaron las imágenes del fulgor de la batalla, la forma como buscaba a uno de los que conocían el hechizo que dentro de la Manor mantenía oculto a Severus. Eso evitó que su sentido de preservación actuará correctamente.

Lucius todavía se sentía deshecho, en aquel entonces saber que llevaba un año tan cerca de su Omega, pero alejado de él por las protecciones viciadas que la maldita de Bellatrix filtró, junto con las maldiciones en parsel del Lord, que logró colocar dentro de la mansión, evitaron que se le acercara, e incluso dar con su ubicación.

Muchas veces intentó sacarle la verdad a Rodolpho Lestrange, sin embargo, el hombre era un ente llenó de pociones y compulsiones que lo sometían ante la Alpha Black.

Sintió pena por el Omega, todo el círculo conocía la historia, una deuda de Corvus con Cygnus Black arruinó la vida de Rabastan y Rodolpho, al menos el hombre tuvo la visión de dejarle todo a Draco en el afán de salvaguardar el futuro de sus hijos si sobrevivían a la guerra.

Lucius cerró los ojos viendo como la mañana del tres de mayo avanzó entre los escombros del castillo donde estudió. La grandeza de Hogwarts caía por el orgullo y la manipulación de dos magos que más que enemigos, parecían niños luchando por quedarse con el juguete más bonito.

Con cuidado Malfoy se deslizó por uno de los pasillos al escuchar la voz de su hijo pedir a alguien que no lo atacara presentándose como un mortífago. Escuchó unos pasos y de la nada observó a Ron Weasley golpear a quien le pareció era Rowle, por un momento pensó que las cosas podían ser diferentes entre los Weasley y los Malfoy, pero bastaron unos segundos para que el pelirrojo insultara a Draco recordando que le habían salvado dos veces la vida en ese día, luego lo volvió a ver desaparecer bajo lo que creyó era una capa de invisibilidad.

Lucius quiso gritarles las veces que Draco les quitó a los mortífagos de encima desviando información o dando pistas falsas de su paradero, por lo visto arriesgarse en la mansión a mentir cuando bien sabía que era Potter no significaba nada en el juego de poder de Dumbledore y Voldemort.

Esas cavilaciones le costaron más que el dolor de ver a su hijo deshecho llorando y preguntando por el paradero suyo y de Potter, porque Lucius demasiado tarde reaccionó cuando Bellatrix gritó un Crucio que difícilmente esquivó, empezando una batalla con la mejor aliada del Lord Oscuro en el pasillo y perdiendo de vista a su dragón.

Lord Malfoy recordó como la redujo con el frío del lobo, se acercó a la morena para dar el golpe final, sin embargo, antes debía saber el hechizo de retención que mantenía cautivo a su Omega, la loca mortífaga se burló diciéndole que Severus estaba muerto, el estribillo de «yo maté a Snape y su bastarda», provocó que el Alpha aullase de dolor, tiempo suficiente para que Bellatrix pronunciará la maldición en un idioma que a duras penas identificó como esperanto, luego se vio sumergido en un espacio en blanco, la nada.

Volvió a la realidad para terminar de arreglar su traje, ese día el desaparecido hijo de Abraxas Malfoy, Armand III, haría su presentación en el ministerio. Se miró al espejo tratando de encontrar un parecido con su antiguo yo, el cabello platino y los ojos azules se mantendrían, la barba oscura y el tono de piel un poco menos blanco le diferenciaban, pero no lo suficiente para negar su sangre y hacer creíble la historia.

Una falsa historia de AmorWhere stories live. Discover now