29. Mía, siempre mía.

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Kael Benedetti.

— No te voy a permitir que me hagas esto. — Digo señalándole, ella solo ríe.

— Tu pago era miserable para lo que ganaré cuando acabe con la vida de tu amada, Adeline.

— Sigue soñando con eso.

— El que no debe soñar aquí, es otro. En este momento debe haber muerto Rocco y Adeline debe estar siendo follada por el Pakhan, ¿Sabes que significa eso? Que te puedo llevar a verla, claro si deseas rescatarla. —Dice sacando un revólver de su espalda y apuntando hacia mi frente.

— ¿Qué se supone que debo hacer para ello? —Digo, estando dispuesto a todo lo que ella y Pakhan quieran, con tal de que Adeline viva.

— Fácil. Entra al auto. — Indica, miro a Michael que está detrás de ella, y como al parecer no hay más de sus hombres detrás de él, se sube a uno de los autos discretamente.

— Como tú digas. — Me acerco al Aston Martin y me subo en la parte del copiloto, en la cual, puedo oler el perfume de vainilla de Adeline y me parte el alma saber lo que le están haciendo a mi amore.

Ella se sube, y arranca el motor, cuando estamos en el primer semáforo, me quita el celular y lo tira por la ventana. Veo por el retrovisor y no veo a ninguno de los tipos que se montaron en el auto donde se encontraba Michael, en vez de eso lo veo manejando.

No habla, solo conduce y de vez en cuando me mira; al llegar a la mansión, dejo que ella baje primero, se como son los secuestros, me bajan y me llevan a un lugar solitario y si no coopero, me llevan con el otro rehén, en este caso con los otros rehenes. Maniobro rápido antes de abrir la puerta del copiloto, aprovecho la distracción de que los rusos de antes estén hablando con ella; me desabrocho el cinturón y giro mi cuerpo para sacar el cabecero, cuando lo tengo en mis manos, lo pongo en mis pies esperando su llegada.

Cuando abre la puerta, lanzo el cabecero, ella me dispara, pero la bala pega en la ventana.

— Si que tienes mala puntería y yo que decía que solo era para escoger hombres. — Digo y salgo del auto, ella sigue intentando disparar, pero es más fácil que esquivar los puños del pequeño Bennett.

— Quédate quieto, ¡Maldita sea! — Dice tirando el revolver cuando se le acaban las balas, empezamos a luchar y debo decir que por lo menos es buena asestando golpes. Uno de sus puños va directo a mi mandíbula, pero logro tomar su muñeca antes de tiempo, muevo su muñeca hacia arriba de forma anormal para quebrarla y cuando intenta golpearme con la otra mano, utilizo mi pie derecho para tumbarla y cuando el radio suena, ella suelta un grito. — ¡Hijo de perra! — Grita retorciéndose del dolor en el suelo; dejándola atrás, camino hacia Michael para ayudarlo.

Está en el suelo luchando o intentando luchar con los dos tipos que iban en el otro auto; cuando se deshace de uno de ellos, el otro más fornido lo tumba, pateo la cabeza de este dejándolo inconsciente, Michael me tiende la mano para que pueda ayudarlo a levantarse, cuando esta de pie, me dice:

— Debemos armarnos, hay ametralladoras en el auto en el que iba. — Señala el auto, nos dirigimos hacia este y sacamos las dos ametralladoras de los rusos ya muertos y revisamos los autos, incluyendo el Aston, en busca de mas armas; cuando encontramos tres revolver más, nos dirigimos hacia la mansión, al pasar al lado de donde estaba Francisca, no la veo, miro a Michael, quien me mira confundido, así que la empezamos a buscar, pero al cabo de diez minutos y no encontrarla, nos dirigimos hacia el portón ya abierto. Pero cuando estamos en el porche de la mansión, van saliendo dos tipos armados con francisca entre ellos.

— Allá están, ¡Atrápenlos! —Grita, los tipos empiezan a disparar, pero nosotros tampoco nos quedamos atrás, cuando a Michael se le acaban las balas, ya ambos tipos están casi muertos, y yo con una bala en el brazo y el con una en el muslo.

Con amor, el diablo.Where stories live. Discover now