15. Vestidos y discusiones.

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Adeline Harlow.

Cuando entro en el asiento de copiloto, Kael me pone el cinturón y rodea el Porsche Panamera, se sube y arranca sin pensar; son cuarenta minutos de trayecto hasta la ciudad y unos veinte minutos más en el trayecto hacia el centro de la ciudad. Al llegar, Kael me abre la puerta y me ayuda a bajar, cruzamos el estacionamiento junto a Rocco, Max y otros cinco que no conozco, nos subimos al ascensor y este nos lleva al tercer piso, al salir, la gente nos ve y toma fotos, sin poder evitarlo, tomo el brazo de Kael y me acurruco.

— Tranquila, amore, no te pasará nada mientras esté contigo, ellos te pondrán como prioridad si sucede algún atentado. — Dice él pasando su brazo izquierdo por mi cintura y dándole un suave apretón.

— Lo sé, aún así es inevitable. — Digo y este me sigue acariciando hasta que llegamos al destino que tanto temía, Dior, resalta en letras doradas frente a nosotros.

Entramos y el olor a vainilla llega a mis fosas nasales, causandome cierta nostalgia al recordar a mi madre, su característico olor y nuestra relación.

— Bienvenidos, ¿En qué podemos asesorarlos? — Pregunta una dependienta acercándose más de lo debido haciendo que Rocco la aparte bruscamente, esta lo mira sorprendida, pero capta el mensaje.

— ¿Dónde está Regina? — Pregunta Kael, la dependienta asiente y se va, minutos después regresa con una señora pelirroja, tez pálida, ojos negros, lleva una falda tubo negra de cuero, camisa manga larga y tacones del mismo color, cuando se acerca a nosotros puedo leer el botón que tiene del lazo izquierdo con el nombre que menciono Kael y un cargo gerente.

Ay, mi Kael, tanto tiempo sin verte. — Dice apenas llega y lo abraza, al darse cuenta de mi presencia mira de reojo a Kael y este suelta una risita. — Debes ser su novia, Kael no trae mucho a mujeres por aquí a menos que sea Lyra, su madre o su Nana.

— Pero, Lyra también fue su novia. — Digo y ellos se ríen.

— Nunca traje a Lyra aquí como mi novia, sino cuando nos hicimos amigos, cuando nos hicimos pareja no la llevaba a ningún lado. — Explica, pero yo sin poder creerle eso, le refuto.

— ¿Quién te crees para mentirme de esa manera? — Pregunto cruzandome de brazos y mirándole fijamente, Rocco detrás suyo suelta una risa, pero éste le da una mirada de reojo y es suficiente para que vuelva a la normalidad.

Él enarca una ceja, suelta una risa sarcástica y le hace señas a la gerente, esta me toma la mano con mucho atrevimiento y me lleva al vestier y la chica de antes llega con cientos de vestidos, cortos, largos, de lentejuelas, lisos, rojos, verdes, azules, negros, rosados y morados. Miro con asombro a Kael, pero él desvía su mirada hacia unos tacones blancos que están cerca de nosotros.

— Estúpido. — Digo en un murmullo mientras la chica me tiene un vestido negro corto con más escote que tela.

Cuando estoy terminando de colocarme el vestido, una mano se mete en el vestier con un par de zapatos.

— La próxima vez, avisa, casi me da un infarto.

— Yo te puedo revivir, no te preocupes.

— Eso me preocupa aún más. — Tomo los tacones y me los coloco

— Solo pontelos. — Dice y saca la mano.

Con amor, el diablo.Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα