Ladron

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Empezaste robando mi atención, mis suspiros, mi mirada y mi corazón, y estaba bien. Amaba esa sensación, pero luego empezaste por robarte mi tranquilidad, mis ganas de comer, mis ganas de dormir, mi estabilidad, mi dignidad, mi felicidad y el refulgente brillo en mis ojos, pero en realidad es que no tengo derecho a protestar. Porque tú no me los robaste, yo te los entregué.

Cartas sin destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora