Empezaste robando mi atención, mis suspiros, mi mirada y mi corazón, y estaba bien. Amaba esa sensación, pero luego empezaste por robarte mi tranquilidad, mis ganas de comer, mis ganas de dormir, mi estabilidad, mi dignidad, mi felicidad y el refulgente brillo en mis ojos, pero en realidad es que no tengo derecho a protestar. Porque tú no me los robaste, yo te los entregué.
ESTÁS LEYENDO
Cartas sin destino.
PoetryCartas que escribí desde el momento en que la vi, que nunca entregue, que hablan de ti, que cuentan mi historia desde un principio a fin. Es muy tarde para mí, pero tal vez no para ti.