Desde que me enamoré de la luna las estrellas me parecen insignificantes. Todas son tan iguales, tan corrientes, no se comparan con el encanto de la luna en pleno plenilunio, donde puedo deleitarme con su reflejo de luz haciéndome caer en demencia.
Ella es la única que me ilumina en la oscuridad, la única que me acompaña en mis noches de desvelo y añoranzas, y la única que escucha mis dolencias e inercias.
Que desaparezcan las estrellas acompañadas de las constelaciones, de todos modos eres tú la única que veo en mi cielo.
Eres mi luna.
YOU ARE READING
Cartas sin destino.
PoetryCartas que escribí desde el momento en que la vi, que nunca entregue, que hablan de ti, que cuentan mi historia desde un principio a fin. Es muy tarde para mí, pero tal vez no para ti.