𝑁𝑖𝑒𝑣𝑒 𝑐𝑟𝑢𝑗𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒.

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Sentía al sol saludarme directo en la cara, las aves no tardaron en hacer sus llamados, seguramente ya era una buena hora para estar levantandos, pero es que estaba tan cómodo ahí.

Era como estar acostado sobre la más suave nube, parecía que se amohaldaba a mi cuerpo perfectamente, la sola acción de levantarse parecía un pecado.

Sí, sus hebras me hacían cosquillas en la nariz y radiaba demasiado calor, pero lo podía tolerar por estar unos minutos así.

Bendita sea la cama de Rusia.

La cama de Rusia.

Que gracioso, no recuerdo haber regresado a la cabaña.

Espera... ¡NO RECUERDO HABER REGRESADO A LA CABAÑA!

¡¿ENTONCES CÓMO MIERDA ESTOY EN SU CAMA SI NUNCA REGRESAMOS?!

Abrí los párpados rápidamente, arrepintiendome al instante por los potentes rayos del sol mañanero impactar en mis ojos. Los talle con fuerza para detener el ardor.

De un salto me trate de incorporar de donde sea que este. Pero me fue imposible por algo deteniendo mi cintura.

En una me gire para ver que era lo que me detenía.

Mala idea.

——¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHH!

¿Por qué mis gritos siempre tienen que ser agudos?

Porque claro, además de ahuyentar a los pájaros y probablemente a una manada completa de siervos; era obvio que la bestia peluda también iba a despertar.

Sin embargo, no esperara que casi me aplastara con sus patas.

——¡ME APLASTAS, IDIOTA!

El gran lobo azabache dio una paso atrás lejos de mi.

Retome el aire que comenzó a hacerme falta. El animal me miraba con ojos preocupados y expectantes.

Yo reconozco esas esmeraldas.

——¿Rusia? —Pregunté, irónico, porque seguramente no me iba a responder.

El lobo agachó sus orejas. Claro que era mi Ruru.

—No chingues, wey, ¿qué te pasó?

- - - ¿Tú que crees? - - -

No inventes, soy telepata.

—¿Lo hiciste mientras dormías? —Cuestioné acercándome.

Se encogió mientras se acostaba.

- - - Lamento haberte asustado. No pensé que me transformaría tan pronto. - - -

—¿Eso significa qué tu celo ya llegó?

Por la forma en que se encogió supe que era verdad. Pero no mames, le pregunto como si fuera lo más natural del mundo, hasta a mi me daría pena.

𝐸𝑙 𝑐ℎ𝑖𝑐𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑐𝑎𝑝𝑢𝑐ℎ𝑎 𝑦 𝑒𝑙 𝑙𝑜𝑏𝑜 𝑓𝑒𝑟𝑜́𝑧.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora