𝐶𝑜𝑛𝑠𝑡𝑒𝑙𝑎𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠.

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—Sí miras bien se puede ver la estrella Wolf. —Señaló Rusia a un punto brillante en la manta nocturna.

Después de un rato de ver a las luciérnagas volar —con uno que otro beso de por medio—, nos acostamos sobre el abrigo del ruso. Su brazo pasaba por debajo de mi cabeza dejándola un poco elevada.

Sentía como su gran y tosca mano acariciando mi nuca, sus largos dedos se colaban por mis cabellos desenredandolos entre caricias.

Yo por mi parte, me límite a disfrutar de las caricias mientras me acurrucaba en su pecho.

—¿Wolf? ¿Lobo en inglés, es enserio?

Cuestioné burlonamente viéndolo de reojo.

—Xaxa, sí. Pero no me culpes, yo no nombró a las estrellas. —Contestó acercándome más a él.

—Y supongo que esa no es tu favorita.

Intuí sonriéndole.

—Que perceptivo —Rió sin dejar de ver el cielo —. Era la favorita de mi padre, él solía decirme, que aunque solo estuviéramos él y yo; siempre habría otro lobo viéndonos desde arriba.

Sentí como se recargó ligeramente sobre mi nuca. Me acomodé de lado pasando mis brazos por su abdomen y, por ende, recostarme en su fornido pecho.

—Tal vez allá un cielo en el que te tu padre te cuide desde ahí. —Le consolé mirando un punto fijo.

—Папа decía que si había un Dios, no le aceptaría en el cielo.

—¿Por qué?

—Pues se supone que Dios no quiere a asesinos. ¿Por qué aceptaría a mi Папа? —Un toque de melancolía y tristeza denotaba en sus esmeraldas.

Eso no me gustaba, me gustaba que sus ojitos tuvieran el brillo de una estrella, como si sus iris tuvieran el secreto de la felicidad guardado. La idea de que sus ojos se cristalizaran por lágrimas de desolación la odiaba por completo.

Más si esa tristeza borraba esas inigualables sonrisas que solo me dedicaba a mi.

Me levante un poco, deposite un beso tímido en su mejilla, noté como su piel se erizó con mi toque y me vió confundido.

—Si sigo viendo esa carita achicopalada harás que también me ponga triste. —Dije regalándole una una sonrisa sincera.

Soltó una risa apagada, devolvió su atención al cielo.

El canto de los grillos y cigarras era lo único que podías escuchar, mas que molestarme, me hacía tomar consciencia del momento.

Sólo éramos él y yo, cada quien lidiando con sus demonios por dentro, sin problema, teniendo presente que nos teníamos uno al otro para apoyarnos.

—Sí te digo algo doloroso para mi, ¿te haría sentir mejor? —Aferró su agarré alrededor de mi con fuerza, un suspiro cansino abandono sus labios.

—Jamás me sentiría mejor al saber que te haya pasado algo malo, aún cuando yo lo esté pasando peor.

Vaya hombre, es tan cursi.

—Bien, entonces tendrás que contarme más sobre tu padre.

Una ligera risa se escapó de sus labios, su semblante se tornó amargo, con sus ojos perdidos en el mar del pasado.

—Папа se llamaba URSS, tenía el cabello negro y alborotado, sus ojos eran color miel, era mucho más alto y corpulento qué yo. —Pasó saliva dudando si continuar o no, después de todo no era fácil hablar de los personas amadas que han muerto.

𝐸𝑙 𝑐ℎ𝑖𝑐𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑐𝑎𝑝𝑢𝑐ℎ𝑎 𝑦 𝑒𝑙 𝑙𝑜𝑏𝑜 𝑓𝑒𝑟𝑜́𝑧.Where stories live. Discover now