𝑈𝑛 𝑣𝑎𝑠𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑒𝑐ℎ𝑒 𝑐𝑜𝑛 𝑚𝑖𝑒𝑙.

378 64 22
                                    

- No te ha mordido. - Escuche a mi abuela decir.

- ¿Qué? - Pregunté entre lágrimas.

- No es una mordida, sólo te ha encajado los colmillos.

- ¿¡Y cuál es la diferencia!? ¡La gente pensara que me ha mordido el lobo!

- La diferencia es que no te convertirás en uno de ellos.

- ¿Entonces? - Cuestione al no entender.

- Se podría decir que han creado una conexión, podrás entenderlo, como si fueras parte de él.

No, no, no, no, no.

¿¡Qué carajos!?

No sólo tengo que preocuparme por la marca que me ha dejado, también tengo que preocuparme porque podré entenderlo.

- ¡No puede ser! ¿¡QUÉ HARE AHORA!? ¡SI SE DAN CUENTA PENSARAN QUE SOY UN BRUJO, Y QUERRÁN MATARME! - Sentí como si mano cubría mi boca.

- Sí lo sigues gritando, obviamente se enteraran. - Dijo la abuela, parecía estar muy tranquila.

Pero, tiene razón, tengo que mantener la calma.

Puedo esconderlo, con un poco de maquillaje y ropa, lo lograré.

- Escucha cariño. - La abuela me secaba las lágrimas lentamente, haciéndome alzar la mirada. - Todo va estar bien, lo ocultaremos hasta que sepamos que hacer.

- Pero-. - Trate de reprochar, sin embargo, puso sus dedos en mis labios haciéndome callar.

- Nadie debe enterarse de esto, ni siquiera tus padres.

Sabía que hiba a ser difícil, pero no tenía de otra, si la gente se enterara me matarían, y no solo yo sufriría las consecuencias, mi familia también.

- ................ ¿No matarán?

- Olvidate que esto pasó..... Piensa que todo esto fue un mal sueño.

Aún con lágrimas asentí con dificultad.

Sentí sus brasos acogerme cálidamente, me di el lujo de llorar en su hombro.





No se cuanto tiempo me la pase llorando, cuando logre calmarme, la abuela y yo comimos.

Durante la comida, no me atrevía a mirarle a los ojos, sentía una inmensa vergüenza por lo que pasó.

Me ayudó a cubrir la marca con el cuello de mi camisa, al terminar, la ayude a recostarse, estaba por retirarme a limpiar la cocina, sin embargo, una mano me detuvo.

- Ven aquí pequeño. - Dijo invitándome a acostarme a lado de ella.

Con cuidado me recosté a un lado suyo, apoye mi cabeza a un costado, suaves caricias empezaron a parecer en mi cabello.

- Tu no tienes la culpa de nada de lo que te esté pasando, fue un accidente, no tuviste la culpa de nada. - Más lágrimas comenzaron a hacerse presentes, la culpa me invadía.

- Todo va a estar bien, lo solucionaremos.

- ¿Lo-lo prometes? - Cuestione al borde del llanto.

- Lo prometo cielo. - Quería.... No... Necesito creer en sus palabras... De lo contrario estaré jodido.




Мексика

Nueva España

Мексика

¡México!

𝐸𝑙 𝑐ℎ𝑖𝑐𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑐𝑎𝑝𝑢𝑐ℎ𝑎 𝑦 𝑒𝑙 𝑙𝑜𝑏𝑜 𝑓𝑒𝑟𝑜́𝑧.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora