𝑆𝑖𝑙𝑒𝑛𝑐𝑖𝑜.

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No es cierto.

No está hablando.

Estas alucinando.

Estas loco.

——¿Escuchaste eso?

Salte en mi lugar cuando Chile habló.

— ¿Q-qué?

Tal vez el también lo escucho, podría ser bueno, porque así yo no sería el culpable.

—Se escuchan gotas de agua callendo muy cerca.

Claro, esa voz tenía que ser producto de la maldita marca en mi cuello.

— A-ah. —Jadee desilusionado sujetandome aún más fuerte.

Seguimos caminado.

Por favor que no vuelva hablar.

Rogaba porque no se apareciera de repente o algo por el estilo.

Durante nuestro recorrido, fuimos a dar en un cuarto con muchos cuadros.

El que más resaltaba y el que suponía era el principal.

Se mostraba la imagen de una mujer y un hombre, juntos y abrazándose. La mujer vestía un largo vestido blanco con encaje, un tocado de tulipanes y algunas margaritas en su cabello rubio suelto; el ramo estaba compuesto de orquídeas y gardenias.

Gire mi cabeza para notar mejor como era la forma del dije del collar que llevaba la señorita. Me parece que era una media luna de color azul.

El hombre llevaba un traje negro elegante con una corbata azul marino. Sus cabellos eran negro oscuro.

Lo más raro de esa pintura, era que las caras de ambas personas estaban rasgadas, como por garras.

Me acerque para contemplarla más de cerca.

- No hay nada aquí que nos ayude, vamonos Mex. - Chile llamó mi atención tendiendome la mano para continuar.

Seguimos el andar. Al estar oscuro era más difícil ver por donde ibas, llegamos a un punto en el que nos hallamos con unas escaleras, a su lado había una ventana, esta misma estaba llena de polvo y telarañas, sin embargo, eso no impedía ver al exterior.

Me solté de Chile al ver que entraba una gran cantidad de luz.

Desearía no haberlo hecho.

- Maldición. - Susurre aterrorizado ante la imagen. Al escucharme, mi hermano se acercó mirando lo que yo veía.

La luna llena se dejaba ver de entre las nubes.

- Carajo, Mex. ¡CORRE, TENEMOS QUE SALIR DE AQUÍ!

Grito tomándome una mano, comenzando a correr.

- ¿¡Y papá!? - Nos detuve.

De la nada un aullido a las afueras de la cabaña resonó.

- Esta afuera. - Murmure.

Chile posó su dedo índice en los labios dando entender que hiciera silencio.

Grandes pisadas se escuchaban, al rededor. Como si estuvieran por todos lados, nuevamente un aullido se escucho.

Pero esta vez demasiado cerca.

- Se ha metido a la casa. - Afirme con terror, el castaño abrió los ojos como platos.

Pasos se escucharon ir en nuestra dirección.

El chileno alumbraba por todos lados en busca de algo.

— ¿Qué estas esperando para empezar a correr?

𝐸𝑙 𝑐ℎ𝑖𝑐𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑐𝑎𝑝𝑢𝑐ℎ𝑎 𝑦 𝑒𝑙 𝑙𝑜𝑏𝑜 𝑓𝑒𝑟𝑜́𝑧.Where stories live. Discover now