XXX. Roto amanecer.

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Al despertar un resplandor caleidoscópico envolvía el paisaje, mientras columnas de luz se elevaban y caían en un baile celestial.  Sakura parpadeó, asombrada por la vastedad y la belleza surrealista de este espacio. No había horizonte ni cielo, solo una mezcla de colores y formas que cambiaban constantemente a su alrededor.

Ella lució consternada cuando su mente comenzó a trabajar, trayendo consigo recuerdos de los últimos momentos antes de llegar ahí. Obito, Neji, Kakashi atrapado en el fuego, y la promesa de Naruto de tomar un desayuno a la mañana siguiente.

—Te tomo mucho tiempo llegar, Haruno Sakura. —La voz resonó en la atmósfera etérea, una melodía que parecía tejida con hilos de luz cósmica.

Sakura alzó el rostro hasta una especie de escalera que comenzó a tomar forma, formando un trono en lo alto. Al verla su cuerpo se tensó con una mezcla de miedo y resentimiento.

—Kaguya.

La Diosa pareció molesta al escucharla pronunciar su nombre sin una clase de respeto. Sakura tenía una mirada fiera en su rostro.  

— ¿Así te diriges a quien te ha salvado la vida? — hubo un eje de arrogancia en la voz de la diosa, que mantenía una mirada erguida sobre Sakura, retándola. La atmósfera se tensó, cargada de una energía ancestral que resaltaba la divinidad de Kaguya.

Sakura alzó una ceja, confundida por la extraña combinación de autoridad y molestia que emanaba de Kaguya.

—No pensarás que regresaste al pasado con tu propia voluntad de no volver a enamorarte de Uchiha Sasuke, ¿cierto? Porque entonces me arrepentiré de haber salvado a alguien tan estúpida.

La palabra "estúpida" resonó en el espacio etéreo como un eco desafiante. En ese momento, los colores vibrantes que bailaban a su alrededor parecieron congelarse por un instante, como si la propia dimensión contuviera la respiración ante la tensión entre la diosa y la kunoichi.

— ¿Por qué lo hiciste? —preguntó Sakura después de unos instantes del sombrío silencio.  Kaguya crispó el rostro, entrecerrando los ojos al escuchar aquella voz seca, casi resentida.

La Diosa bajó la mirada hacia Sakura con una expresión de desdén, como si el cuestionamiento le pareciera insignificante.

—El equilibrio del cosmos es frágil, y tu destino estaba intrínsecamente entrelazado con él.

Sakura frunció el gesto, sin comprender.

—Tu muerte a manos de Sasuke Uchiha no es algo que debiera pasar en el curso normal de la historia. —afirmó. —Ustedes dos, debían terminar con una familia.

A Sakura, al solo imaginarlo, se le retorció el estómago. La sola idea de compartir la vida con el mismo hombre que se la arrebató le causaba estragos en el corazón. La imagen de su rostro implacable, la sensación de sus fríos ojos observándola hasta desvanecerse y la traición que aún reverberaba en su memoria, todo ello se fusionaba en un tormentoso remolino de emociones.

Intentó tranquilizarse, controlando su respiración antes de volver a hablar: —No creo que el destino dependa de si formo una familia o no con Sasuke.

Kaguya, con su arrogancia divina, respondió de inmediato, aun así, sus palabras fungieron como un bálsamo para el corazón intranquilo de Sakura: —Cierto, no lo hace.

No me enamoraré en está vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora