XIX. Cuando la dulzura del sol se convierte en miel.

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Después de un intenso enfrentamiento, la pelea entre Hinata y Neji llegó a su fin, con un desenlace similar al pasado. Sin embargo, esta vez Naruto no estuvo presente para sellar promesas ni brindar apoyo a Hinata, quien se sintió abrumada por las palabras hirientes y malintencionadas de Neji. A pesar de ello, Hinata se motivó a luchar, aunque no lograba encontrar la mirada reconfortante de Naruto. Anhelaba que cuando él llegara, pudiera presenciar su determinación y recibir una cálida sonrisa de su encantador rostro. Sin embargo, todo se desmoronó con el impactante golpe en su corazón, y en los momentos previos a caer derrotada, vio a Naruto llegar en silencio, con una mirada triste que acabó con su valentía.

Estaba segura de que, si ella hubiera sido Sakura, él ya estaría corriendo en su dirección sin dudarlo.

Naruto notó que, mientras los médicos corrían a ayudar a Hinata, Rock Lee se deslizó sigilosamente hacia donde se encontraba Sakura, a pesar de los regaños de Guy. Estaba decidido a traer consigo a la chica a quien tanto admiraba, para que sus gritos de apoyo llenaran su corazón de valor. Mientras corría, se cruzó con Kakashi, quien se dirigía a verificar el estado de Sasuke para asegurarse de que todo estuviera en orden.

Sin embargo, lo que se encontraron fue una noticia desagradable.

—Sakura-san, ¿estás segura de que lo mejor es que te quedes aquí? Me encantaría que pudieras presenciar mis habilidades y ver lo que soy capaz de hacer en el campo de batalla. Estoy seguro de que te impresionarías.

Rock Lee miró a Sakura con tristeza reflejada en sus ojos negros. Se sentía desalentado por la idea de que Sakura se quedara en ese lugar, lejos de la emoción y la acción de la batalla. Su corazón anhelaba que ella pudiera verlo luchar y demostrarle que él también era un guerrero extraordinario, capaz de estar a su altura.

Sakura se encogió de hombros, igual de insatisfecha que él. —Lo siento mucho, Lee-san. Es mi anhelo verte pelear tanto como el que tu desees que te vea. Sé mejor que nadie lo fuerte que eres, pero en este momento, lo más sensato es que me quede aquí. El estado de enajenación puede volver a dominarme, entonces es posible que interceda en tu combate, arruinándolo por completo.

Ella se acercó tímidamente a él, tomando sus manos entre las suyas, apretándolas contra sí misma y cerrando los ojos, como queriendo darle toda la fuerza que le quedaba, tanto física como mental, pues sabía lo que vendría. Entonces, Rock Lee dio un pasito a ella, sonrojándose por aquella diminuta acción, no obstante, dejo que las manos de Sakura abrazaran las suyas, pero no hizo nada más, teniendo miedo de que, al dar otro paso a ella, esta se fuera a esfumar, dejándolo con el corazón en la mano.

—Lo harás excelente, Lee-san. No hay menor duda en eso. —Sakura sonrió con ternura, abriendo los ojos y dejando que su mirada reflejara una felicidad desbordante. Sus ojos verdes resplandecían como las estrellas en una noche clara y despejada, iluminando su rostro con un brillo especial.

En ese instante, Rock Lee sintió cómo su corazón se llenaba de alegría al ver la sonrisa radiante de Sakura. Era como si todo el universo estuviera contenido en ese gesto.

—Voy a traerte buenas noticias cuando regrese. —expresó Rock Lee, después de que Sakura le soltara las manos. —Lo prometo por mi vida, Sakura-chan.

Kakashi corrió la puerta antes de que Sakura pudiera responder cualquier cosa, volviendo con la llamada a Rock Lee para presentarse en la explanada de combate, su combatiente, Gaara llevaba tres minutos esperándolo. Cuando Sakura miró la espalda de Rock Lee, después de que este le diera una última sonrisa, su corazón no pudo evitarlo, vomitando las palabras como si aquello pudiera cambiarlo.

— ¡Por favor, no cierres los ojos, Lee-san! —se apresuró a exclamar. Él, que ya estaba en la puerta, se giró a ella, extrañado de su petición. —Te prometo que yo curaré todas tus heridas, confía en mí que lo haré. No debes preocuparte por nada más que por ganar. Así que no cierres los ojos, aunque el dolor sea insoportable, aunque sientas que ya no puedas más, nunca dejes que eso te detenga.

No me enamoraré en está vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora