V. Misión especial.

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— ¿Ah? —Sasuke volteó de nuevo a ella, frustrado.

—Alguien como tú que solo se preocupa por sí mismo le traerá más penas que gloria al equipo siete. No necesitamos a alguien así. —explicó Sakura.

Él se burló. — ¿Necesitamos? —remarcó con cizaña. — ¿No ves que has quedado fuera?

—Por ahora.

—La prueba de Kakashi ya terminó, no andes estorbando en nuestro equipo intentando hacer que te acepte de nuevo. —las palabras duras de Sasuke que antes la habrían hecho llorar ahora se resbalaban como agua sucia, solo quedaba la desagradable pestilencia. —De cualquier forma, ni Naruto ni tú tienen lo que se necesita para ser ninjas.

—Naruto es mejor de lo que crees, de lo que creen todos en realidad. —Sakura afiló sus ojos verdes en dirección de Sasuke, dándole una advertencia de que no siguiera por ese terreno a menos que quisiera una pelea de verdad; él se sintió tentado a tomarla. —Así que en lo que llego, Sasuke; no le estorbes a él. —y pasó a su lado, remarcando su tono amenaza.

Sasuke se quedó en silencio, observando la espalda de aquella chica hasta que se perdió entre la oscuridad de la aldea; era extraño, hace días solo era una tonta más del montón, chillando su nombre, peleando por cosas innecesarias como sentarse a su lado, incluso estaba seguro de que Sakura nunca volteó a ver a Naruto con otra cosa que no fuera desagrado. ¿Entonces qué había cambiado y en tan poco tiempo? Ahora demostraba arrogancia, incluso astucia e inteligencia en sus planes. Justo había ido a eso, a intentar comprender porque Kakashi no la aceptó cuando fue idea de ella trabajar en equipo, no obstante, Sakura tenía un aura tan hostil delante de él que involuntariamente le hacía tener una también.

No la entendía y le picaba la curiosidad por querer hacerlo.

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Naruto llegó con el corazón en la mano a su casa, no de forma literal, por supuesto, aunque sentía que poco faltaba que fuera así. Su pecho le brincaba como un loco, el sudor recorría su rostro que ahora tenía las mejillas bañadas en un dulce tono cereza, rememorando una y otra vez la pequeña acción de Sakura; es que, por todos los cielos, era encantadora, incluso su rostro inexpresivo le lucía tan precioso. ¿Cómo podía ser eso? Que, al momento de mirarla, de recorrer con sus orbes azules su cara, se perdiera en la infinidad de ella.

—Me estoy volviendo loco. —murmuró, dejándose resbalar por la puerta, abrazando sus rodillas. —Sakura-chan... —y al pronunciar su nombre hubo un cosquilleo en sus labios, como si lo incitaran a emitirlo por toda la eternidad.

Se sentía feliz, después de tanto tiempo alguien más que Iruka lo notaba, aunque al principio pudo dudar un poco de sus intenciones, ahora ni siquiera quería buscar explicaciones. Le agradaba a su Sakura-chan y eso era lo único que importaba, incluso habían hecho la promesa de protegerse toda la vida, y claro que no la defraudaría, la cuidaría para siempre. Y quizás, a futuro, él pudiera estar a su lado. De nuevo las mejillas se le tiñeron, Naruto se lanzó a su cama, abrazando la almohada, mirando por la ventana aquella noche sin estrellas. Así se quedó dormido, con una gran sonrisa en el rostro.

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Sakura suspiró, si mal no recordaba faltaban todavía varios días para que el Hokage mandara al equipo siete a la misión en el País de las Olas. No obstante, le quedaba la preocupación de si eso se llevase a cabo o no, dado a que no se encontraba en el equipo siete; tendría que confiar en la terquedad de Naruto y en la poca paciencia de Iruka y el Hokage para soportarlo. Por el momento usaría esos días para buscar recordar todos los detalles de aquella pelea en el puente con Zabusa, además de entrenar.

No me enamoraré en está vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora