Extra 4 segunda parte

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Nina

— ¿No crees que nos excedimos un poco?

— ¿Con que?

— La luna de miel... —Al me miró de reojo un instante antes de volver a poner su atención a el camino—. ¿Tal vez si fue mucho tiempo no crees?

— Naa —Fue un largo viaje, pero por fin habíamos llegado a la ciudad.

Después de nuestra boda decidimos hacer un viaje a cualquier lugar que quisiéramos ir, el plan original era viajar a algunas partes de Europa y regresar en dos meses.

Pero se prolongó un poco y terminamos regresando 8 meses después.

— Hogar dulce hogar —me miró—. ¿Qué haces?

— ¿Bajando del auto para entrar a la casa?

— No, no —se salió del auto y dio la vuelta para abrirme la puerta—. Ahora sí.

— Gracias Linda. —Amo esto, no importa cuántos años pasen Al sigue siendo igual de dulce y atenta como al principio—. La casa debe estar hecha un desastre. —Debe estar repleto de polvo.

— Le pague a alguien para que limpiará semanalmente —tomó mi mano y empezamos a caminar a la puerta—. No te preocupes.

— ¿No crees que deberíamos avisar que ya regresamos?

— Mmm quiero descansar unos días antes —apretó mi mano—, y tú también deberías descansar.

Ella abrió la puerta de casa y me dejo pasar, de verdad alguien se había encargado de la limpieza.

— Ya extrañaba este lugar —Al se dejó caer en el sofá yo me senté a su lado con cuidado—. ¿Cómo estás?

— Bien —levanté los hombros—. Un poco emocional... Extrañaba a nuestros amigos —me recosté sobre ella y de inmediato me abrazo—, a mis mamás, a los tuyos.

— ¿Quieres ir mañana a verlos?

— Me quiero quedar así un poco más...

— Está bien. —Dejó un beso sobre mi cabeza— ¿No quieres comer?

— Me muero de hambre. —Admití y ella sonrió.

— ¿Se te antoja algo?

— Mmm... —Levanté la cabeza y le sonreí.

— No empieces mal pensada.

— No dije nada.

— Como si no te conociera mujer.

— No tenemos nada en la alacena.

— Ugh es verdad. —Suspiro—. Ordenare algo entonces. —Buscó su teléfono.

— Quiero pizza.

— Está bien. —Vi como la luz de su teléfono se reflejaba en los lentes que usa.

— De anchoas.

— Muy bien. —Siguió en lo suyo.

— Y piña. —Me miró con una ceja alzada—. No me juzgues.

— No lo hago. —Sonrió.

Ella terminó de ordenar la comida y me volvió a abrazar.

Unos 30 minutos después ya había llegado nuestra primera cena de pareja recién casada que acababa de regresar de su luna de miel.

Pasamos los siguientes dos días solas en la casa y decidimos que iríamos de sorpresa al vecindario donde están los padres de Al y mis mamás.

— ¿Dónde quieres ir primero?

This Not Another Enemies To Lovers StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora