Capítulo 40

257 22 99
                                    

El día de hoy tendré que viajar lejos de mi castillo.

Dormiré solo una noche fuera, que es lo bueno, pero estaré dos días ocupándome de un pendiente que tengo en un pueblo adquirido por el duque Jonhston.

La familia Jonhston es a la cual mi capitán Adrien pertenece.

Son reconocidos por su propio mérito al ser una familia de duques respetables. Y por supuesto, la genética pelirroja. Es interesante admirar como en toda la familia Jonhston, no existe uno solo miembro que no tenga esa melena rojiza.

Conozco a la duquesa, ella fue una guardiana muy dedicada hace años, pero se retiró por sus hijos. También al duque lo conozco, con el cual —por negocios más cercanos— he coincidido en varias ocasiones. Sin embargo, Adrien es el único a quien puedo llamar amigo.

Dejo salir un pesado suspiro, mientras mis doncellas terminan con mi vestimenta. Es una armadura conjuntada con un vestido de color rojo. Lo ideal para salir a realizar mi deber como soberana.

Mi cabello está ondulado y suelto. Con la corona encima de mi cabeza salgo de la pequeña tarima y me encamino a la puerta principal para tomar el carruaje e irme al pueblo Siubak.

Acomodo mis guantes y termino de bajar las escaleras. Mi mirada se cruza con la del pelinegro, quien me espera listo para ir conmigo.

Le sonrío antes de que se acomode detrás de mí con mi séquito completo; él, mis dos guardianas confidentes y otras más. Todas las doncellas de primer y segundo rango también viajarán con nosotros.

Completamente listos, Leandro se acerca cuando estoy apunto de salir.

—¿Por qué no vendrás conmigo? —pregunto por cuarta vez.

Desde que ayer me informó que no iba a ir, estoy insistiendo en la razón.

—Ya le dije, majestad, alguien debe quedarse para supervisar a su gusto el palacio —responde lo mismo—. Solo son dos días, no será tan malo.

—Sabes que no me gusta estar lejos de casa —contesto y reflexiono—. Está bien, confío en ti y en tu capacidad de llevar el orden adecuado en mi palacio mientras no esté.

Me sonríe y asiente con confianza. Se hace a un lado para dejarme el camino libre.

Lo miro una última vez, antes de tomar marcha a las afueras del castillo.

—Alteza, el duque desea saber si usted acompañará a cenar a él y a su hijo esta noche —me informa mi dama de compañía.

—Por supuesto —respondo.

Zac se adelanta y me abre la puerta para subirme al transporte. Yo aprovecho para dejarle algo en claro.

—No creas que me he olvidado de ti —le digo—. Vamos hacer este viaje bastante interesante.

Su mirada está en mis ojos unos breves e irresistibles segundos, hasta que cae en mis labios por puro impulso. Acomoda una mano en mi espalda baja cuando debe reprimirse y me ayuda a subir.

No lo culpo, estábamos, literalmente, frente a todos mis empleados. No necesito que nadie piense lo contrario a lo que estoy mostrando.

Se cierra la puerta del carruaje y empieza el viaje.

No tengo que mirar hacia afuera para saber que estoy rodeada de mi ejército. A pesar de ello, son cinco horas de viaje. En las que ingiero un poco de fruta y hablo con el chofer por la pequeña ventanilla. No es que sea tan sociable, pero ya me estaba abordando mucho el aburriendo y esa fue mi única solución para distraerme un poco.

QUEEN OF DARKNESS (Libro 1)Where stories live. Discover now