Capítulo 26

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Estoy en la calle a oscuras, el fuerte y frío viento choca contra mi piel.

No sé qué está sucediendo, muevo mi cabeza en busca de una explicación, pero no hay nadie.

Estoy agitada y me asusto al sentir mis manos calientes de un momento a otro. Bajo mi vista para entender, pero simplemente me paralizo.

Están llenas de sangre.

No puedo controlarlo y unas lágrimas caen sobre mis mejillas. Sin comprender nada, levanto de nuevo la cabeza con desesperación al escuchar una queja infantil.

Mi hermana...

Está tirada en el suelo con sangre en su abdomen y agonizando. Suelto un sollozo fuerte antes de ir corriendo hasta donde ella y la sujeto intentando salvarla.

—Dios, Lulú —exclamo con agonía—. ¡¿Qué te hicieron?!

Mi alrededor queda en un profundo silencio con solo nuestro respirar agitado.

—Más... bien, ¿qué me .... hiciste? —murmura con dificultad.

La miro confusa, sin comprender sus palabras.

—¡¿Por qué dices eso?! ¡¿Qué te hice?! —investigo asustada.

Sin embargo, ella solo cierra sus ojos sin responder nada.

—¡No! ¡No! —grito con desesperación.

La abrazo y la balanceo contra mí, dejando que las lágrimas salgan solas.

—Por favor, no me dejes, no otra vez —susurro sosteniéndola en mis brazos por última vez.

Despierto de un salto cuando mi cuerpo no soporta más el dolor de la pesadilla.

Aprieto las sábanas con mis manos, sintiendo el sufrimiento que está instalado en mi pecho a causa de mi trauma. Es horrible experimentar una parálisis del suelo; sentir que te despertaste, pero es solo tu cerebro el que te mantiene totalmente dormido y no te permite salir de ahí, soñando con escenarios tan espantosos, como lo que soñé; algo horrible.

Estoy segura que jamás le haría daño a mi hermana, no entiendo qué está pasando, es injusto que mi mente reproduzca sucesos que nunca acontecieron.

Me siento en la cama y trato de calmarme por unos segundos más. Mi mirada se pierde en algún punto de mi habitación. Mi frustración y miedo es notable, lo sentí tan real, que ahora me da miedo cerrar los ojos de nuevo.

Abren la puerta.

—Majestad —saluda mi dama de compañía, Linda con una inclinación—. Su invitado nos envió a dejarle la comida que él mismo preparó —informa y se acerca con una bandeja.

Asiento con la cabeza de manera despistada.

Muerdo mi labio inferior encogiendo las piernas en mi pecho, sin poner atención a la dama cuando empieza a explicar en qué consiste el desayuno.

Sin decir nada, deja mi habitación en un silencio que es sepultador. Aquí adentro se siente la mala vibra que tengo. Se me hace difícil olvidar la escena que me despertó.

Me considero una persona fuerte, pero mi punto débil es mi hermana. Es doloroso recordar los malos momentos que vivimos en nuestra niñez. Ahora no puedo borrarlos de mi memoria y eso logra afectar mi vida cotidiana.

Y eso no es lo peor, lo peor viene cuando tienes que ponerte la máscara de que todo te da igual y salir por esa puerta para evitar preguntas o señalamientos de parte de los demás.

QUEEN OF DARKNESS (Libro 1)Where stories live. Discover now