Capítulo 6

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Una cena con varios Gran Duques de Muscadet.

¿Podría ser aburrido?

Absolutamente sí.

Los viejos trajeron a sus hijos. Se tuvo que agregar más sillas y hubo una pelea "discreta" para que los jóvenes consiguieran sentarse cerca de mí.

Claramente, estoy en la cabeza de la mesa. Todos los hombres comen felizmente, como si la envidia no los consumiría por lograr más que los demás y conseguir mi felicitaciones. Es aburrido y agotador la verdad. A parte, no hay nadie que llame mi atención. Tal vez, cuando llegaron con sus hijos, pensé que podría besarme con alguno de ellos, sin embargo, fue decepcionante no hallar ningún de mi interés.

Hago círculos con el tenedor sobre mi plato lleno de comida. La charla no es entretenida. Estábamos aquí por negocios, pero una vez el tema se disolvió, las ganas de ser amistosa no es una carisma que deseo ejercer el día de hoy.

—Majestad —habla un hombre casi en la otra esquina—. Usted ha ido a guerras, ¿que prefiere, lanza o espada?

Retiro lo que pensé, por fin un tema que me apetece conversar.

—Con cualquier arma me acomodo —respondo y alcanzo mi copa de vino—. Fui entrenada para matar hasta con el puño de mi mano, las armas son innecesarias para mí....pero, siendo sincera, la lanza es más fácil de manejar.

El arco me fascina. La espada también y la lanza es la arma que representa mi nación. Recuerdo que aprendí a usar las dos ultimas como a los ocho años.

—Me gusta más la espada —opina un hijo de un Gran Duque—. De un solo golpe, puedes cortar una cabeza.

Tiene razón. No recuerdo cuantas personas he decapitado con mi espada. Si quieres matar con rapidez, es más fácil empezar por la cabeza.

—Las dagas son mis preferidas —opina otro joven y me sonríe—. Son más ágiles y silenciosas. ¿Las a usado, majestad? Podría enseñarle si no ha tocado ninguna en su vida.

¿Este idiota con quien cree que está hablando?

Iluso.

Hubo una vez, donde batallé con un hombre grandísimo. Quebró mi espada el muy desgraciado, pero me deslicé por debajo de sus piernas y penetré sus genitales con mi daga preferida —comento—. El hombre cayó el suelo y desde atrás le corté la garganta.

Lo único que me gusta convivir con los Grandes Duques, es que les encanta mis historias de pelea. Si le digo eso a mi consejo real, caen hacia atrás por reconocer que su reina le gusta la sangre.

—¿Cuantos personas ha matado, majestad? —pregunta otro muy emocionado.

Son jóvenes. Están ansiosos por asistir a una guerra. Es normal en novatos como ellos.

Doy un sorbo a mi vino, pensando en la respuesta correcta.

—Hijo —lo interrumpe su padre—. La reina ha ido a muchas guerras. Es normal que no recuerda la cantidad.

Es verdad. Son tantos que no recuerdo ni al ultimo que asesiné. El chico se sonroja y yo le doy la respuesta.

—Las guerras no son un juego —explico—. Tu vida está en peligro cada segundo en que te encuentres cara a cara con el enemigo. Es emocionante sí, pero la emoción también puede llevarte a la muerte. Por ello, se debe de tener un equilibrio entre emocionarse y prestar atención a los instintos de supervivencia. Solo así, lograrás conseguir salir con vida de la guerra.

En mi primera guerra casi muero. Beatriz y Sofía no se alejaron de mí, pero estaba tan emocionada por conquistar mi primer reino, que olvide la primera regla: no subestimar a tu enemigo.

QUEEN OF DARKNESS (Libro 1)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt