50. EPÍLOGO

668 24 0
                                    

SUSY

—¡PAPÁ, YA NO LE PEGUES A MI MAMÁ! ¡LE DUELE MUCHO! Ya no lo hagas por favor. ¡Por favor! —escuché las súplicas y gritos de una pequeña que conocía muy bien.

—¡Cállate y lárgate de aquí! —le gritó en respuesta. Ignorando sus súplicas, siguió golpeando hasta que ya no se escuchó nada más que llanto y dolor, mucho dolor.

—No sé si deberías leerlo, sé que mueve muchas cosas de tu pasado —comenta Liz quien ha venido con Sol a enseñarme un poco de la historia que publicará dentro de unos días.

—No, está bien, no te preocupes. Es parte del propósito, ¿No es así? Que transmita toda clase de emociones —dije sonriendo al tener el borrador del libro de la historia de mi madre en mis manos. Se lo entregó de nuevo a Liz.

—Esperemos que cause un impacto y traiga una enseñanza —comenté y mis cuñadas asienten.

—No te imaginas, les he compartido algunos capítulos a mis colegas y están que se mueren por leerlo. Esto no es una biografía es más una novela donde la protagonista es tu madre. Obviamente Martha como decidió que se llamará su personaje, dará muchas enseñanzas de vida y superación —menciona Sol mientras se deja caer sobre un silla viéndose un poco pálida.

—¿Estas bien? —pregunta Liz. Sol solo hace un gesto para que guardemos silencio.

—Todo bien solo que... la familia se está agrandando, pero no griten. Aún no le he contado a Rhett —confiesa. Liz y yo nos quedamos mirando con una sonrisa.

—Que emoción, hermana. Por fin, tanto que lo han querido —comenta Liz sentándose a su lado y tomando su mano.

—Si, la verdad que han pasado 4 años desde que estamos juntos y 1 año desde que nos casamos. Estoy muy feliz y no puedo evitar decir que fue en el tiempo correcto. Por qué se me termina el contrato laboral que tenía con la editorial así que, puedo irme a mi casa a estar al 100 por ciento con mi bebé cuando nazca —dice y sus ojitos se llenan de brillo. Me emociona muchísimo por ellos, han sido amigos, tíos y familia incondicional para nosotros y nuestros hijos. Hace unos 6 meses había dado a luz a mi pequeño Landon y me emocionaba mucho que tuviera a alguien más en su rango de edad. Más que todo aquí en Londres, porque todos vivimos en otros lugares ahora. Rhett y Sol viven aquí, en Londres.

—Ya se me pasó un poco el malestar, vamos al patio, creo que ya dejamos a los niños con sus padres por mucho tiempo —comenta Sol poniéndose de pie con nuestra ayuda.

—Si, luego que ya ves terminan disfrazados, o son cerdos de lodo, entre tantas cosas que los niños los han obligado o insistido en que sean y ellos terminan haciéndolo —mencioné recordando la última vez que los niños se pusieron de acuerdo para buscar mi maquillaje y pintarlos como mujeres. Llegamos hasta el patio y me causó escalofrío lo que estaban haciendo. Tenían todas las tazas y reliquias de mi abuela en el jardín.

—Alan, esas son reliquias, no pueden jugar con eso pueden romperlo —digo molesta. Trato de no gritar para que los niños no se asusten.

—Lo se cariño, pero, aunque no lo creas quien lo sugirió fue tu abuelo. Dijo que, de qué servían esas tazas sin usarse. Prefería ver a los niños felices jugando con las cosas que pertenecieron a alguien que no volverá. Para él sería como si tu abuela fuera la que está jugando con ellos al mismo tiempo. Lo sé, me dio mucho miedo su ideología, pero no lo quise contradecir —dice el sirviéndole más té frío a Rhett quien está con la pierna cruzada. Sol se acercó a él y le dio un beso en la mejilla. Segundos después mi abuelo sale muy angustiado y es que mi abuelo aún podría correr una maratón si lo quiere.

—Rhett, necesitamos hablar —dice y no me gusta su tono de preocupación, eso solo podría deberse a que había algo malo de nuevo.

—Si, ya vengo amor —dice a Sol dándole un beso en la frente.

Jugaste y sufríWhere stories live. Discover now