34. SÉ FELIZ

435 25 0
                                    

SUSY

—¿Hija, podemos hablar? —pregunta mi madre. Ya era de día y mi pequeño ya se había levantado a manotear mi cuerpo, pero con un poco de leche le bastó para volverse a dormir.

—Si mamá, dime —le respondí levantándome de la cama con cuidado de no despertar a mi pequeño. Debe de estar cansado después del horror que vivió ayer.

—Quiero hablarte de Alan, el pobre ayer se puso muy mal cuando se enteró que ustedes se habían ido a buscar a Khoa. Tuvieron que someterlo y ponerle un calmante, porque su herida se abrió y estaba perdiendo mucha sangre. Sé que no estás del todo preparada, pero creo que ustedes necesitan hablar. Ustedes están jugando como dos adolescentes enamorados, pero que no pueden o no quieren estar juntos porque son muy inmaduros, inseguros y me atrevo a decir que hasta infantiles. Son como dos niños jugando al gato y al ratón. Cuando uno viene el otro huye y así no se puede Susy. No puedes darte ese lujo. Mira a Khoa, él se merece una familia y aunque la tiene no está unida, por culpa de la inmadurez de ustedes. Creo que hasta yo ya me he hecho bolas queriendo explicarte. Lo único que quiero es que ya se dejen de juegos. Por otro lado, sé que soy la menos indicada para hablarte de que trates de darle una oportunidad a Alan, por mi experiencia con tu padre. La única diferencia es que ustedes se quieren y ambos han dejado que por malentendidos su relación se vea dañada. Solo piénsalo, hija, es tiempo que comiences a ver a Alan como tu amigo y no como tu enemigo. En el tiempo que estuviste en coma, fue muy devoto a cuidar de ti y Khoa. No lo siguió haciendo porque apareció esa mujer. Si me lo preguntas creo que lo pudo haber tenido amenazado. Ahora puedo creer o pensar lo peor de esa mujer. Que, si le ponían un poco más de aire en esos globos, posiblemente salía volando, como esa película de niño explorador y el viejito —no puedo evitar reírme por esa última frase que dijo sobre Rebeca. El problema es que nuevamente el miedo se instala en mí, por la amenaza que representa Rebeca.

—Entiendo cada palabra que me dices mamá, pero ahora mismo. No se trata ni de Alan, ni de mí, se trata de la seguridad de Khoa. Esa mujer ya vino por él una vez. Si la tuvieran detenida ni te mencionara el tema, pero no. Si, estoy de acuerdo que tengo que mejorar mi relación con Alan. Solo que no puedo hacer como si nada pasó. Entiéndeme, mamá, no es fácil para mí y ahora más que Khoa aun corre peligro con esa loca suelta. Necesito poner distancia no solo porque Khoa corre peligro, sino porque siento que Alan y yo necesitamos distancia para saber qué es lo que queremos, saber qué es lo que sentimos. Amo a Alan y aunque yo misma le diga a mi cerebro que lo odie y demás, no puedo engañar a mi corazón. Lo amo, no es fácil olvidar o superar que él fue mi primer hombre en todo y padre de mi hijo. Acepté la opción de irme con mi abuelo, para poder superar muchas cosas. También deseo poder superarme a mí misma, ser alguien de quien Khoa se sienta orgulloso algún día. Siento que aquí no podría hacerlo, no como yo lo deseo. Aparte de eso una parte de mi desea que Alan pelee por nosotros, si verdaderamente nos quiere en su vida. Iré a hablar con el cuándo Khoa se despierte. Lo llevaré para que lo mire —concluí y ella parece más tranquila después de lo que le acabo de decir. Asiente, me da un beso en la frente y sale de la habitación.

Admiré a mi gordo dormir y comencé a darle besos para despertarlo después no querrá dormir y andará irritado. Él se despierta y después de atender su pañal, fuimos a comer. Me puse frente a la estufa y sentí unas ganas inmensas de llorar. Por primera vez le haría algo de comer a mi hijo sin tener que estar en la silla. Podría moverme con mayor facilidad y se sentía tan bien. Mi madre parece notar mi emoción y me abraza.

—Sea como sea la experiencia de ayer dejó buenas cosas al final. Tus piernas reaccionaron al ver que tu hijo y Alan corrían peligro —comenta alejándose de mi para ubicar a Khoa en la silla para comer. Mi hermano Argus viene a la cocina y me mira super sorprendido. Me alejé un poco de la estufa, abrí mis brazos para que me abrazara y no lo dudó corrió muy emocionado al verme de pie.

Jugaste y sufríWhere stories live. Discover now