22. NO QUIERE VERTE

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NARRA ALAN

No tengo palabras para expresar la emoción que sentí en el momento en que ella me dijo príncipe. Habían pasado semanas desde que despertó y no podía estar ni un solo momento lejos de ella. No quería que se sintiera sola y sabía que el estar en esa cama sin poderse comunicar libremente y mucho menos moverse la haría sentir muy ansiosa. Salí de esa habitación por un momento después de ver que Susy se había quedado dormida. Estaba feliz que me había reconocido, pero no sabía si recordaba todo o no. Saqué mi teléfono y llamé a Jia, debía contarle que Susy me había recordado, esas eran buenas noticias, un gran avance hacia su recuperación.

—¿De verdad? ¿No me estás mintiendo Alan? —cuestionó ella con emoción.

—No Jia, le costó muchísimo decirme príncipe, pero sí lo hizo, en un rato ella ya se podrá ir a casa —le comenté y ella me dice que vendrá en un rato a buscar a Susy y justo cuando estoy por entrar nuevamente a su habitación alguien llama detrás de mí.

—Alan, no podemos seguir así hijo —dice mi madre y es que no he querido hablar con ellos, de hecho, no hablo con ellos desde que pasó aquel evento en su casa.

—¿De qué deseas hablar exactamente? ¿Me han desheredado o ya se les olvidó? —dije con ironía eso último, porque para ellos, según eso era más importante para mí. Cuando el dinero, si me ha comprado muchas cosas, pero no me ha llenado como persona. Como dicen "Hay cosas que simplemente el dinero no puede comprar".

—Ya basta Alan, acepto que me... bueno, que nos equivocamos tu padre y yo, lo único que queremos es que nos des un momento para hablar contigo. Por favor, hijo —pide y estaba por negarme, pero vi lágrimas formándose en sus ojos y no pude negarme ante eso. Creo que ya había sido suficiente tiempo con esta indiferencia. Suspiré y asentí, caminé con ella guiándola hasta las sillas más cercanas.

—Hijo, quiero pedirte perdón porque actuamos sin saber qué trasfondo había en la situación. Creíamos que era bueno y necesario darte una lección de humildad como esa. También te quiero pedir perdón por no ser la mejor madre para ustedes. No quiero venir a victimizarme ante ti, porque no es mi propósito. Solo quiero decirte de frente que dediqué mucho de mi tiempo a mi trabajo y no a ustedes. Quiero pedirte perdón por ignorar las señales que me decían que algo andaba mal en ti, que detrás de esa careta de hombre serio, se ocultaba un hombre con un corazón roto. Lo siento mucho mi niño, siento mucho que tuvieras que pasar por eso tan joven —me dice y sus sollozos movieron algo en mí. Anhelaba escuchar estas palabras de su parte desde hace mucho. Sentí como si un muro se derribó y me acerqué a ella para pegarla a mí en un abrazo. Me sorprendió que ella comenzó a llorar con mucha más intensidad en mi hombro. Acaricié su cabello y se fue calmando, nos separamos un momento. Ella se limpió el rostro y segundos después sacudía su nariz con su pañuelo. Sentí un poco de hambre y me puse de pie. Le ofrecí mi mano y ella la tomó.

—¿Un jugo de manzana? —le ofrecí y ella me sonrió al recordar que siempre que me golpeaba o caía ella me ofrecía un jugo de manzana. Caminamos hasta la cafetería y nos quedamos más tiempo platicando sobre lo que había pasado entre Susy y yo, también le comenté lo mismo que le dije a mi abuela sobre Rebeca.

—No sé porque algo me dice que esa mujer te drogó, hijo —dice de inmediato y yo encogí mis hombros.

—No sé con exactitud qué pasó después, lo último que recuerdo de esa noche es sentir mi cuerpo demasiado pesado y no poder moverme. Mi abuela me dijo lo mismo que tú, también que hasta que no supiéramos quién era Rebeca no la alejara. Porque si lo que ustedes intuyen es verdad. Está más que claro que ella actuó por alguna razón y eso es lo que quiere averiguar la abuela. Lo que me hace estar en una encrucijada porque Susy me necesita y Rebeca me llama todos los días a preguntarme cómo estoy, pregunta hasta por mi hijo. ¿Sabes? Hasta llegó a decirme, que no me preocupe por nuestra relación, que ella entiende que el niño es antes que la conociera. Que eso no es impedimento para que yo siga con ella. También que si yo se lo permitía ella quería ser la madre de Khoa —mi mamá está ardiendo de la furia y pude notarlo, apretaba con fuerza su puño sobre la mesa al mismo tiempo que su mirada lo decía.

Jugaste y sufríWhere stories live. Discover now