38. ¿POR QUÉ DEJARON QUE SE FUERA?

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ALAN

Sentía que estaba volando tan alto, que tenía demasiado miedo de pensar que todo solo se tratara de un sueño y que caería y me golpeara otra realidad. No creía que volver a estar de esta manera tan íntima y maravillosa con ella fuera real. Sin que ella lo notara me pellizqué en más de una ocasión confirmando que todo esto no era producto de un sueño. Un sueño húmedo más donde me levantaría con una dolorosa erección. Perdí la cuenta de cuantas veces la hice mía durante la madrugada. Me asustó un poco cuando cayó casi desmayada en nuestro último encuentro, era mi culpa ya que no le di tregua en ningún momento. Me quedé viéndola dormir hasta que la claridad comenzó a verse por la ventana. Susy es el amor de mi vida y aunque me había dado cuenta hace muchísimo tiempo. No contaba con la oportunidad que tengo ahora, para demostrarle lo mucho que la amo a ella y a mi hijo. Con cuidado me levanté de la cama y fui al baño, recordé que había bajado la maleta del auto y solo me cambié de ropa para no hacer más escándalo. No quería despertarla, quería ir a buscar el desayuno y traérselo a la cama. La cubrí con la cobija y dejé un delicado beso en sus labios. Salí de la habitación sin hacer ruido. Mientras cerraba la puerta un toque en mi espalda me sobresaltó.

—Agradece que soy yo y no Jia. ¡Uy! Mi hermano utilizó a su padawan. No, no intentes negarlo. Tu cara lo grita, esa sonrisa lo dice, espero que no estés huyendo —me dice Aitor con los brazos cruzados. Muchas veces dudo que Aitor tenga mi edad. Es como hablar con un hombre de 30 años o más.

—No estoy huyendo ahora, déjame ir sino me arruinarás los planes de traerle el desayuno a la cama —le digo apartándome de él.

—Yo voy contigo, venía a pedirte la llave del auto. Me gustaría traerle a mi diosa unos croissant recién horneados de la repostería cerca del parque Victoria. No me gustaría que hoy que es navidad cocinara —dijo y sentí algo de asombro, pues como que si nuestras mentes se hubiera conectado ya que a ese lugar pensaba ir. Llegamos a la repostería y pedí lo que quería llevarle a mi mujer. Se escucha muy posesivo, pero es que así me siento por ella. Ella es mía así que mantendré alejado a ese tal Red o Rhett. Nadie podrá quitarme o separarme de Susy nunca más. Salimos de la repostería y pude observar que del otro lado de la calle había una farmacia.

—Espérame un momento, tengo cosas que comprar en la farmacia —le dije a mi hermano entregándole la bolsa que tenía en mi mano. Asintió y nos separamos. Crucé la calle a la farmacia y es que no quería ser irresponsable esta vez. Me encantaría poder tener más hijos con Susy, pero no es el momento. No he podido tener el tiempo suficiente con Khoa ni con ella, también que sería egoísta de mi parte pedírselo ahora que esté estudiando. Sin mencionar su futuro título como marquesa. No deseo venir a complicar su vida o sus planes a futuro, todo lo contrario, deseo ayudarla y ser su soporte en las buenas y en las malas. En todo momento y en todo lugar. Entre en la farmacia y compré una infinidad de preservativos y una pastilla de emergencia, analgésicos para sus músculos y un par de dulces. Volví al auto y era de esperarse que el idiota de mi hermano husmeara en la bolsa.

—¡¿No te cuidaste?! —me reclama.

—Por eso es lo otro, no te preocupes. Voy a cuidarla, esperaré a hacerla mi esposa y que ella logre todo lo que se proponga. Principalmente cuando ella este lista para expandir nuestra pequeña familia lo haremos. No deberías de asombrarte tanto, como si a ti no te ha pasado que en la emoción del momento se te ha olvidado ponerle cobertor a caimán —comenté y me mira con altanería.

—Aunque no lo creas hermanito. No había conocido a la mujer que me hiciera perder la cordura, hasta que conocí a Jia. El ser mujeriego trae consigo mucha responsabilidad también, el gorrito no debe faltar. Yo no me confiaba, aunque me dijeran que se estaban cuidando —me asombro un poco su confesión, pero conozco a Aitor y sé que no me mentiría en algo como eso. Entre lo que dijo una pregunta muy estúpida surgió en mi cabeza.

Jugaste y sufríOnde histórias criam vida. Descubra agora