Lisandro sueña con escapar de la opresión de su entorno, pero está ligado a las expectativas familiares. Oliver, un príncipe vampiro exiliado que despierta de un largo sueño, debe recuperar su trono; ambos ignoran que sus destinos están ligados por...
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POV
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Oliver agarra agua con ambas palmas y la vierte sobre mi coronilla. Mis pensamientos, como pollitos rompiendo el cascarón, empiezan a emerger uno tras otro y me ceden la dicha de la claridad mental.
No todo podía ser tan bueno.
No me enteré, sino hasta el momento que los dolores intensos empezaron a llegar, que el proceso de transformación vampírica da inicio cuarenta y ocho horas antes de la luna llena.
Oliver había ido a por leña y yo me quedé en el cuarto; un dolorcito emitió su primer latido en mi sien, mas le resté importancia. Las emociones del día y el entrenamiento me habían dejado agotado. Me lancé, tras un suspiro, sobre la cama y cerré los ojos «para descansar la vista».
Desperté a medianoche, Oliver a mi lado me saludó con el rostro más pálido de lo normal. Dijo:
—Quería mantener tu condición en secreto, pero creo que no será posible.
Paseé la vista por una mesa con jeringas, pastillas regadas, trapos manchados de rojo y bolsas de sangre. No pude continuar, la vista se me nubló y aventé mi cabeza al colchón de nuevo. Mis venas se volvieron cauces de ríos vigorosos que me avisaban de cada uno de sus pasos por todo mi cuerpo.
Desde el rabillo de mi ojo, Oliver se paró y alzó sus manos hacia las paredes de la cabaña. No lo comprendí en el momento, pero esto se debía a que la naturaleza quería destruirme. Los árboles se inclinaban cuanto podían para tomarme del cuello, el pasto soltaba un olor pútrido con la capacidad de vidriar los ojos, el viento ansiaba devorarse el techo para permitir a sus demás aliados cumplir su cometido y, en medio de todo ello, estaba Oliver con sus manos alzadas, enfrentándose a la naturaleza que nos creó, por mí y, lo más sorprendente, lo lograba.
No... lo siento, no es sorprendente. Oliver es el chico más fuerte que he conocido y conoceré.
De ese momento, no supe más. Oliver, en cambio, veló hasta que todo se calmó, o sea a primeras horas de esta mañana.
