Lisandro sueña con escapar de la opresión de su entorno, pero está ligado a las expectativas familiares. Oliver, un príncipe vampiro exiliado que despierta de un largo sueño, debe recuperar su trono; ambos ignoran que sus destinos están ligados por...
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El día empezó mal desde que vi a toda la familia de mi padre sentada a la mesa. Casi pegué un grito al cielo y me iba de regreso a dormir; convencido de que era una pesadilla. Luego recordé que mi papá los había invitado a quedarse aquí.
Para colmo, no estaba mi prima, la noche anterior me había mandado un texto en donde me informó que ya había llegado a la isla con Dereck.
Cuando me fui a lavar las manos en el baño de debajo de las escaleras, James se apareció en el marco de la puerta.
—¿Y bien?
—Ni lo menciones —dije mientras me desaguaba. Ya no pregunté a Oliver qué le había dicho James.
—Bueno. —Rio—. Pero estamos de acuerdo en que mis tíos son insoportables.
—Dios, sí —Me sequé las manos.
—¿Vamos a comer algo al Caldero Encantado?
De inmediato se me iluminó el rostro. Ese restaurante era nuestro favorito, al que James me llevaba todos los días luego de que salía de «la universidad», la cual no era sino Esótria.
—¡Sí! Solo déjame ponerme otros zapatos.
—Apresúrate porque tu combate de hoy es en unas horas.
«Gracias por recordármelo, James». No quería ni pensarlo; ya Oliver me había dicho que nos veríamos en la parte trasera de la academia antes de entrar al campo.
Terminé de amarrarme mis chapulines negros y salí directo al carro. James ya estaba subido y tenía el motor en espera. Puso la radio y arrancó.
En cuanto nos sentamos, empezó las preguntas sobre qué había pasado la noche anterior, si sí había mantenido mi promesa.
—¿Tú no deberías... no sé, estar en el castillo, con el estúpido rey?
—¡Shh! —James vio a todos lados. No lo había dicho tan recio. —¿Qué te pasa?
—Es la verdad ¿No?
—No, no sé ¿Sabes lo peligroso que es que digas un comentario como ese en un lugar público?
—No tengo idea y no me importa.
—¿Qué te pasa, Lisandro? Estos últimos días...
—Si vas a decir que estoy distinto, no tienes derecho, James. Ni siquiera te la pasas en casa.
—Lo sé y ya te dije que...
—No te preocupes, lo entiendo, también paso por lo mismo. De hecho, si me inscribí al festival fue solo por mi padre, de lo contrario, jamás lo hubiese hecho.
—¿En serio?
—Sí, pero ya he tomado la decisión, después de esto, no más, no dejaré que la familia influya en mi vida. No quiero acabar....
