Capítulo 23: Necróvera.

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XXIII

Al siguiente día, mi percepción cambió un poco

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Al siguiente día, mi percepción cambió un poco. A lo mejor indagaba sobre su pasado y sus intenciones; y a lo mejor no todo era tan malo.

Todo gracias al texto que me envió:

«Buenos días, niño. En unos minutos llegó a tu casa para mostrarte lo que conseguí :)».

Era extraño ver el mensaje venir de mi número antiguo, pero mi corazón se llenó de alegría de poder tenerlo, al fin, en mi bandeja de mensajes. De hecho, me vino en pensamiento que yo era el único contacto en su WhatsApp ¿No era eso algo de lo qué presumir?

Tenía que crearle una cuenta de Instagram también y que solo me siguiera a mí. Mi rostro enrojeció y me tapé con las sábanas de pensarlo. Pero, tan pronto como llegó, deseché la idea. Si empezaba a subir a fotos de él, atraería la atención y, con lo guapo que era, seguro muchas admiradoras.

Me crucé de brazos y fruncí el ceño. No, no podía tener un Instagram.

Tres toques en el vidrio de mi ajimez me sacaron de mi burbuja de divagaciones. El protagonista de esta era el que se paraba detrás de este.

Oliver apareció ese día con una pócima cuyo líquido era dorado y destellaba. La sostuve entre mis manos y sentí un ligero cosquilleo recorrer mis palmas. Él me comentó que era una pócima de invisibilidad y que quería intentar meterse al campo de batalla, que por eso me entrenaba para ser más ágil, la agilidad sería clave. Por supuesto que me enervé y quise enarbolar bandera blanca, pero él no me hubiese dejado; así que acepté.

Antes de la pelea de la semifinal, nos dieron dos días de preparación, dos días que aprovechamos para ensayar en el bosque Mágara la táctica que Oliver tenía en mente. En el segundo día, también aproveché para saber más de él.

—¿Ciento dieciocho? —Me sorprendí cuando me dijo su edad. Sí me imaginaba que sería grande, pero no... tanto—. Eso es más que mi papá.

Ambos soltamos una sonora carcajada.

—En mi defensa, niño grosero, los vampiros tienen más esperanza de vida. Los brujos pueden llegar hasta los ciento cincuenta, los vampiros hasta los doscientos, es como con las mascotas.

—Entonces, ¿es como si mi papá fuese un perro y tú un humano? —Me cubrí la risa con el cuello de mi camiseta y Oliver hizo lo mismo.

—Podría decirse, sí.

—Sí porque un perro, al llegar a los diez años, es más viejo que una persona de treinta. Supongo que así tiene algo de sentido.

—Pero, en sí, es como si tuviese aún dieciocho. —Encogió los hombros.

—¿Cómo? —Ignoraba cómo eso iba a tener sentido, pero, de ser así, me calmaría demasiado.

—¿Recuerdas que tú me despertaste? Fue un sueño de un siglo.

Preternatural - Volumen 1-2 (Corona Carmín & Mal Augurio) Where stories live. Discover now