Capítulo 4: Inminencia.

51 10 94
                                    

Vol. II

POV

Ops! Esta imagem não segue as nossas directrizes de conteúdo. Para continuares a publicar, por favor, remova-a ou carrega uma imagem diferente.

POV

Comencé el día dándome de cabeza con el suelo

Ops! Esta imagem não segue as nossas directrizes de conteúdo. Para continuares a publicar, por favor, remova-a ou carrega uma imagem diferente.

Comencé el día dándome de cabeza con el suelo. No sé si quiero detallar más sobre ello, por cuanto fue muy vergonzoso. Desde otra perspectiva, se hubiese visto como si ataqué a Oliver, pero juro que no, jamás fue mi intención salir disparado contra su pecho en mi intento de volar, menos con tanta velocidad.

—Ay, me duele, me sacaste el aire —se quejaba Oliver en el suelo y en ese momento quise convertirme en un avestruz y esconder mi cabeza para nunca volverla a sacar. Me agaché para revisarlo y el muy descaradito me tomó de la cintura, me dio la vuelta y me puso debajo de él.

—No creíste que esta pequeñita hadita me había lastimado ¿O sí?

Mientras sus ojos brillantes se hundían en los míos, me vino a pensamiento que a Oliver le gusta la idea de que yo sea un hada. Y sí, seríamos una relación un tanto «exótica», debo admitir.

—Suéltame —dije entre risas y me tapé el rostro en cuanto ese calorcito ascendió a mis mejillas.

Luego de ello, Oliver depositó un casto beso en mis labios y continuamos practicando hasta que cayó la tarde. Y sí, para sorpresa de ambos, logré un avance y me mantuve suspendido con equilibrio en el aire por varios segundos.

—Qué tanto piensa mi hadita bonita. —Oliver me saca del mundo de mis pensamientos y dejo de jugar con la pajilla de mi vaso de sangre matutino.

Oliver no tiene sus ojos en mí, sino en un libro, cuyo contenido que aún no ha leído lo tapa con su mano. «Para no spoilearme», según sus propias palabras. Las comisuras de mis labios se curvan involuntariamente, no solo porque es adorable mientras hace eso, sino porque, pese a que no me ve, está al pendiente de mí.

—Nada importante —respondo. Llevo la pajilla a mis labios, aún existe esa aprensión antes de sorber, pero me calma saber que no sabrá asqueroso, que, de hecho, es revitalizador.

—Debemos hablar sobre Arden. —Oliver cierra y desliza el libro lejos sobre la mesa.

Casi me atraganto con la sangre que bebo; él hace el amague de levantarse, pero lo detengo con la mano. Me somato despacio el pecho y relego el vaso. Tras unos segunditos, prosigo:

Preternatural - Volumen 1-2 (Corona Carmín & Mal Augurio) Onde as histórias ganham vida. Descobre agora