Capítulo 55: alerta naranja

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Mientras conduce el auto, toma mi mano y la besa cada vez que tiene oportunidad. Cuando lo hace, mi corazón salta un poco de emoción, trago saliva y respiro profundo.

—¿A dónde vamos?— le pregunto, tratando de mantener la calma para poder jugar junto a él a esto que llaman "seducción".

—Me gustaría que fuera una sorpresa— sonreí ante su respuesta, él mantiene mi mano entrelazada a la suya y cerca a sus labios, para besarla cada cierto tiempo, recordándome que él está ahí.

—No me gustan las sorpresas— me quejo.

—Te va a gustar la mía, créeme— habla con sus labios acariciando mi mano.

Siento las mariposas en mi estomago, y como mi corazón se acelera con cada roce de sus labios en mi piel, inhalo y exhalo para mantener la tranquilidad, pero no está funcionando, sino que de alguna forma siento una presión entre las piernas ¿Qué es exactamente a lo que mi cuerpo está respondiendo?

—Mmm eres un cantante, tus palabras están destinadas para que a mis oídos les suenen lindas— me quejo y acomodo mi cabeza en el asiento del auto, para tener un soporte.

Para mi sorpresa se orilla a un lado de la carretera, detiene el auto, se quita el cinturón de seguridad y su rostro se acerca al mío.

—Mis acciones pueden ser más lindas— sus labios acarician mi mejilla de forma lenta —Y esto es solo mis labios, tu espera a ver lo que hacen mis manos— su sonrisa desborda seguridad, y una lista de secretos que él quiere hacer.

—Yo también puedo ser linda— trago saliva.

Debo recordarme que esto es un juego que ambos estamos jugando, que no solo es él, sino yo la que debe hacer parte activa de esto, me lo prometí a mi misma.

—Tu eres hermosa todo el tiempo— con la punta de su nariz dibuja un camino desde la comisura de mi boca hasta la parte de atrás de mi oído.

>>Si pudieras leer mentes— él murmura en mi oído mientras yo presiono mis piernas para tenerlas lo más juntas posible —Correrías lejos de mí— con su nariz baja por mi cuello —Dime que me detenga.

Sus palabras llegan a mí, pero realmente no las estoy escuchando, son más como códigos que no logro descifrar, porque lo único que quiero es que me bese, todo mi cuerpo quiere su proximidad, su toque, es casi como si tuviera hambre, una sensación de que no estoy saciada.

—No lo hagas— es mi respuesta.

Christopher inhala de forma profunda, como si no hubiera esperado esa respuesta, como si lo que acababa yo de decir lo estuviera volviendo loco y él solo quisiera ser arrastrado por sus bajos instintos.

—Me estás volviendo loco, mujer— alza su cabeza y la pone frente a la mía, conectando nuestras miradas, y bajando sus ojos para enfocarse en mi boca —¿Te estás divirtiendo?— acerca un poco más su boca a la mía —¿Puedes sentir el hambre?— las palabras son casi susurradas sobre mis labios, como si fueran suaves besos.

No logro contestar, justo en ese momento suena su celular. Él lo saca de su bolsillo sin alejarse de mí.

—¿Sí?— contesta —Estamos bien, ya retomamos la marcha, Greg— dice —Adiós.

Vuelve a guardar su celular.

—Has sido salvada por la campana, señorita Navier— sonríe.

Por un momento creo que se va a alejar, pero me besa, con sus manos toma mi rostro para que permanezca quieta y no pueda negarme. Sus labios obligan a los míos a moverse, casi como si buscara una forma de bendecirme, de impregnarse en mi alma y quedarse ahí.

Los Labios de ChristopherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora