Capítulo 18: si dependiera de mí...

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—¿Estás bien?— Paul me mira de forma detenida y con la cabeza inclinada levemente hacia un lado, como si buscara algo anormal en mí.

—Sí— alzo una ceja —¿Por qué la pregunta?

—No sé— utiliza el lapicero en su mano para golpear su boca tres veces —Luces diferente— entrecierra sus ojos hacia a mi —¿Te hiciste algo en el pelo?

Tomo aire de forma profunda tratando de calmarme. He estado recibiendo esos comentarios todo el día, creo que ni siquiera la última vez que realmente tuve sexo placentero se dieron cuenta de algún cambio en mi semblante.

No estoy segura de que haya algo extraño en mí, más que el hecho de que mis labios parecen más rosados de lo normal últimamente, y no sé si mis ojos brillan de verdad, pero también lo mencionan mucho.

Frunzo el ceño, de verdad me molesta esta sensación de no saber qué pasa y cómo me estoy viendo perjudicada, es como si no tuviera el control, aunque sé que es solo por la sensación de que es algo nuevo y que él besa bien.

—Ahora eso luce más como tú— dice de repente Paul —Cuando no frunces el ceño me asusto— finge que le da un escalofrío.

>>¿Cómo van las canciones con Christopher McGee?— pregunta de repente.

Ya ni siquiera hace un precalentamiento para abordar un tema, simplemente lo hace y ya, sin remordimientos y sin dificultad.

No quiero pensar en él, en qué debe trabajar con él, en que debo verlo, en que el resto del mundo me va a preguntar por él, en que me besó, en cómo se sintió, en cómo él puede ser gracioso y un poco menos petulante, puede que no sea tan malo después de todo.

—Quiere escribir más canciones— le digo, en caso de que ello afecte el contrato que ya han firmado las agencias.

—Eso es genial, es más ganancia— Paul parece extasiado con las noticias, y no parece que algún tema legal se atraviese por su cabeza al pensar en McGee y Rask trabajando juntos.

—Si tu lo dices— con el ceño fruncido, le doy la espalda y vuelvo mi atención a las notas al lado de la consola del estudio de grabación.

—¿Aun sigues odiando?— Paul se apoya en la mesa de la consola, quitando espacio de trabajo del que ya estaba reducido.

—El odio es un sentimiento muy grande, no tengo tiempo para pensar en ello— preparo el demo de la nueva canción, lo voy a escuchar con el productor musical de Tastes.

—Eso es bueno, porque del odio al amor solo hay un paso— inclina su cuerpo hacia el mío —Sería terrible que te enamoraras de tu enemigo— Paul sonríe.

Quiero darme un golpe contra la consola, solo para no pensar en lo que todos dirían si se enteraran que Christopher McGee me beso por su propia iniciativa, y que además yo me aferré a él en ese momento.

El punto positivo es que no le he contestado los mensajes desde ese momento.

—Tienes vómito de bebé en la camisa— le señalo el pecho y vuelvo mi atención a las notas de trabajo, es más fácil cambiar el foco de atención.

—¿Qué?— se pone derecho de inmediato y comienza a revisarse de arriba a abajo. Ve la pequeña mancha de la que le hablo y sale corriendo antes de qué tenga tiempo de decir algo más.

—Adiós— agito mi mano en dirección a la puerta por la que acaba de salir.

Sonrío, me puede parecer atractivo Christopher McGee, pero yo soy quién tiene el poder... creo.

.

Un día más, una sesión de escritura más.

He comenzado a cuestionar si componer música es lo que realmente quiero, habiendo tantas carreras en el mundo y yo opto por la que me hace estar en contacto con un hombre McGee.

Los Labios de ChristopherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora