Capítulo-20 Déjà vu

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03-septiembre-1899.

Blackwater — Great Plains.

Conforme cabalgábamos hacia Blackwater, no podía evitar pensar en el parecido con mi realidad anterior. Abigail había sido secuestrada y retenida en el puesto comercial de Van Horn, Arthur me cubría como francotirador mientras yo avanzaba por el pueblo tratando de liberar a Abigail. En este caso la historia se produciría por las calles de Blackwater, con la diferencia de que dominaba perfectamente mis habilidades, lo que les supondría un auténtico quebradero de cabeza a los Pinkerton. Por otro lado, estaba segura de que Milton habría establecido todo un ejército de agentes en su intento por controlar la situación, sumado al hecho de que serían muy cuidadosos de no hacerme daño, dado que les interesaba capturarme con vida. Por otra parte, me sentía nerviosa, a pesar de mi prodigioso don, hasta ese momento no lo había utilizado con más de diez objetivos a la vez, dado que por cada objetivo al que intentase leer, sus variables se incrementaban de manera exponencial, y cambiaban todo el tiempo, según los movimientos y pensamientos de cada individuo. Además, el uso de mis habilidades psíquicas o como se llamasen, me dejaban muy cansada, mareada y desorientada, al tener que reajustar mi percepción de lo que era real y lo que solo estaba en mi cabeza.

Francis Sinclair fue abriendo portales de manera caótica, saltando de edificio en edificio, empujando a los Pinkerton hacia su interior, enviándolos a la región de Grizzlies por la dureza de su climatología y la enorme distancia de separación con respecto a nuestra ubicación actual.

Tres guardias charlaban animadamente conforme compartían una botella de Whisky, aprovechándose de que su malhumorado jefe no los veía. Dos de ellos se encontraban en lo alto de un edificio de dos plantas, apresando con fuerza su rifle de francotirador. Francis abrió un portal justo detrás del primero con grandes dosis de sigilo, arrastrándolo a su interior antes de que siquiera pudiera gritar. El segundo guardia se dio la vuelta encontrándose solo, al comenzar a caminar por el tejado inspeccionado que era lo que estaba sucediendo, Francis lo introdujo en un nuevo portal antes de que siquiera se diera cuenta de nada. Los tres guardias siguieron bebiendo y maldiciendo su suerte, hasta que un portal se abrió bajo sus pies, tragándoselos en un suspiro.

Por mi parte comencé a correr, visualizando en mi cabeza las variables de los agentes con los que me encontraba, siendo capaz de colarme entre sus filas sin que se dieran cuenta. Después de recorrer doscientos metros, me colé por una ventana, esquivando a dos Pinkerton que realizaban la ronda. Salí por una puerta trasera de la tienda en la que me había colado, doblé un par de calles volviendo a meterme en la consulta del médico. Guiándome por las premoniciones de mi mente, esperé a que pasaran otras dos rondas de Pinkertons. Estaba segura de que Arthur estaría cubriéndome con el rifle, sin embargo, le dejé claro que no disparase hasta que me descubrieran, pues en sigilo me resultaría más sencillo moverme por las calles hasta la ubicación de Abigail, que si tenía que esquivar a guardias armados moviéndose en todas direcciones en pleno tiroteo.

Nada más salir por la ventana doblé una calle, seguí la ruta de unos Pinkerton sin que se dieran cuenta de que les seguía los pasos. Al darse la vuelta me había refugiado en una pequeña vivienda. En mi cabeza vislumbré como Milton se impacientaba por mi tardanza, mirando con rabia su reloj de bolsillo. Abigail le increpó como era un cobarde por recurrir a tácticas tan despreciables para capturarme, llevándose una sonora bofetada por parte de su captor. De pronto, tras entrar en la vivienda creyéndome a salvo de los Pinkerton, un guardia apostado al que no vi, me disparó a la cabeza, siendo increpado por su jefe de cómo me necesitaban con vida, conforme me desangraba en el suelo.

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De pronto todo cambió, en mi mente me vi corriendo por la calle principal, esquivando a los diferentes Pinkerton. De pronto, un agente me encañonó a la cabeza, Arthur le derribó de un tiro en la sien. Mientras corría alejándome de los Pinkerton, se suscitó un tiroteo entre los agentes y Arthur, siendo derribado tras verse acribillado por una decena de balas, cayendo desde lo alto del campanario. En cuanto llegué a la oficina principal del sheriff, observé con impotencia como Milton disparaba a la cabeza de Abigail, recordándome como me había advertido lo que ocurriría si trataba de jugársela.

La paradoja de SadieWhere stories live. Discover now