El único plan Capítulo XXI

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Las calles de Loria eran anchas y adoquinadas. Estaban abarrotadas, en cada esquina habían puestos que vendían mercancías referentes a santos, pero la mayoría tenían la cara de Crisanta, algo que Boulus encontró irónico.

—Nuestro objetivo es averiguar todo sobre el día de la Ascensión —dijo Boulus a su compañera.

—¿Solo eso? —preguntó la chica.

—No, también debemos averiguar la situación de la ciudad —respondió Boulus hablando por lo bajo—. ¡Espera!

Salina se sobresaltó. Boulus salió disparado en una dirección. Ella lo siguió.

—Salina... —dijo Boulus con un tono dramático—. ¡Mira estas telas!

—¿Y nuestra misión? —replicó Salina.

—Esto nos llevará un momento —dijo Boulus encogiéndose de hombros—. ¿Cuándo volveremos a los bazares de Loria?

—Esas telas son del Este —dijo un vendedor salido detrás de unos mostradores—. Muy exquisitas.

—No deberíamos —dijo Salina mordiéndose el labio, pero Boulus y el vendedor fueron más persuasivos.

Boulus ahora vestía una túnica larga de colores azul oscuro con detalles en crema, y un turbante con tonos verdosos a juego con los azules. Salina unas piezas más holgadas en colores rojos y naranjas, que al andar se movían como si fueran flamas y argollas rojizas en los brazos.

—Fue justo y necesario —dijo Salina.

—Muy necesario —asintió Boulus.

Prosiguieron su investigación luego de esa pausa, pero ahora más animados y sin sentirse abrumados. "Parecemos forasteros" pensó Boulus mirando a los lados.

La ciudad estaba abarrotada de gente, las monedas iban de mano en mano, y el comercio estaba vivo. Y esto era peor cuando llegaban a las calles principales donde era imposible avanzar, había pequeños desfiles, la multitud alzaban figuras y estatuas de santos, pregonando cánticos. Boulus trató de buscar a los caballeros, había varios estaban en lugares estratégicos, no vio acusadores, "escondidos" pensó Boulus. Divisó a un caballero dorado, la guardia máxima del Lord Obligador, de seguro algún miembro importante de la Obligación estaba por ahí.

—No podemos seguir —dijo Boulus chasqueando su lengua.

—Vamos hacia la plaza —dijo Salina—. De seguro está preparándose para el día de la Ascensión.

La gran plaza blanca, estaba rodeada por grandes pilares con la se coronaban tallas doradas, con algunos árboles de hojas grises, tenían un aspecto reluciente. Personas tenían tiendas improvisadas en el suelo, sobre una manta.

En ese momento, un hombre estaba siendo arrestado, un Obligador supervisaba la operación. Los guardias lo jalaban de los brazos.

—¿Por qué? Tengo todos los permisos —protestó el sujeto—. Usted mismo me los dio, señor Racio.

—Tu identificación es falsa —dijo el hombre de la obligación—. Llévenlo.

—¿No intervenimos? —preguntó Salina.

Boulus suspiró. Si lo hacían debían detenerse a salvar a cada persona.

—No podemos —respondió el falso profeta—. Ahora no.

Siguieron investigando los rincones de Loria. Había un auténtico humor de fiesta, preparaciones por doquier, todo gozaba de un aspecto de gala. Los colores dorados adornaban las calles, la gente ya vestía sus mejores ropas, y los mendigos y personas sin dinero eran echados. "Tal vez algunos fuesen encerrados o asesinados" pensó Boulus con tristeza.

Devuelve mi CabezaWhere stories live. Discover now