Madera y Sal Capítulo VIII

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Había pasado un día desde el incidente en Carcosa, y Asdras no tenía humor como para hablar con Boulus, sospechaba que se guardaba mucha información y que no estaba siendo sincero. Sin embargo, si lo hubiese querido matar, tuvo las oportunidades para hacerlo, y no lo hizo. Descansaron al costado de un camino, Asdras había perdido la lucha contra la fatiga y las heridas.

Boulus le despertó luego del amanecer para cambiarle las vendas. El caballero se envaró y lo encaró.

—Te callaste cosas —le espetó Asdras.

—¿Perdona? —dijo Boulus con un gesto de no entender.

—Sabías de los flagelados —le dijo señalándole con un dedo—. Me arrojaste directo a pelear contra ellos. Tal vez lo tenías planeado.

Boulus sonrió, pero al instante la sonrisa desapareció, sus ojos reflejaban ira.

—¿Cómo te atreves a decirme eso? —se defendió Boulus—. Te dije para que planeáramos que hacer. ¿Pero, qué haces tú?

Asdras le aguantó la mirada en silencio. "Tiene razón" aceptó para sus adentros.

—Y lo peor de todo es que matas al capitán ese —dijo Boulus elevando su voz.

—No podía dejarlo vivo, ¿y si había represalias contra las personas? —dijo Asdras.

—Entonces tienes que matarlos a todos —insistió Boulus—. ¿Harías eso? Tendrías que asesinar incluso a tus viejos compañeros.

Asdras finalmente miró al suelo.

—Si con eso cae la Iglesia —dijo Asdras levantando su vista.

—Estás loco —dijo Boulus apretando sus sienes con ambas manos.

—Eso le dije desde el primer momento —intervino Crisanta con una carcajada.

—Tal vez nos apresuramos en formar una alianza —dijo Asdras ignorando a la santa.

—Lo mismo digo —Boulus tomó distancia—. No apruebo tus métodos, pero, hasta que caiga la Institución seremos aliados, una vez que eso suceda, nuestros caminos se separarán.

—Me parece bien —dijo Asdras escudriñándolo con la mirada.

—Ahora, siéntate, tengo que cambiar tus vendajes —le dijo Boulus sentándose en el suelo.

—¡Viva los novios! —gritó Crisanta desde dentro de la caja.

—Tranquila su santidad, no le robaré a su hombre —bromeó Boulus.

Asdras se sentó gruñendo y la santa decapitada soltó groserías a Boulus.

Mientras Boulus cambiaba las vendas se percató de algo, las heridas estaban cerrándose. "Qué extraño... —pensó desenrollando unas nuevas vendas—. No debería de estar curándose ya" pero aquello se lo calló, ya tendría la oportunidad para indagar más en ese asunto.

Luego de descansar un rato más, se dirigieron a su nuevo destino. El siguiente punto de su viaje, era la ciudad Madero. Una zona portuaria, que antaño se dedicaba a la construcción de embarcaciones, pero luego de que la mayoría de negocios y servicios fueron mudados a la capital, la ciudad cayó en un pozo del que nunca se pudo levantar.

—Es gracioso —dijo Boulus sonriendo—. Como seguimos nuestra propia versión de la vía de las penas.

—¿Yendo por los lugares inhóspitos? —preguntó Crisanta.

—Vamos por la vía de los despojados —agregó Asdras.

—No es un mal nombre —reconoció Boulus—. Dónde un decapitador quiere destruir la Institución más grande del mundo.

Devuelve mi CabezaWhere stories live. Discover now