Falsas esperanzas Capítulo V

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Asdras estaba frente al hombre que clamaba tener su mismo objetivo sin saber qué hacer.

—Sé que suena difícil de creer —continuó diciendo el falso profeta—. Pero la Iglesia me prohíbe salir del templo, a menos que sea para estos trabajos. Mis días están condenados, todo lo que me espera es morir dentro de sus paredes. Por eso quiero que caiga la Iglesia. Y estoy dispuesto a ayudarte, claro, si aceptas.

—Maldito traidor, hereje blasfemo —le gritó Crisanta desde dentro de la caja—. Eres peor que esta escoria que me secuestro.

—¿Secuestro? —se burló Boulus—. Yo soy quien está secuestrado por la Institución, sabiendo que soy un fallo, un error. Por primera vez tengo la oportunidad de vengarme.

Asdras había escuchado suficiente, envainó su espada.

—Puedes venir conmigo —dijo finalmente Asdras—. Pero si llego a sospechar de ti —colocó su mano en el pomo de la espada.

—No te arrepentirás —dijo Boulus levantándose.

Boulus enfundó sus armas antes de acercarse.

—Todavía no confío en ti —le advirtió Asdras.

—Tampoco yo —dijo Boulus quedándose quieto—. Quiero que la Iglesia caiga, pero todavía no me creo que tú solo podrás hacerla caer. Aunque, tienes lo que se necesita, literalmente, sigues siendo un solo hombre, uno pequeñito contra...

—No quiero escuchar más —le interrumpió Asdras.

Ya se lamentó en darle la oportunidad de que viaje con él. Asdras estaba en alerta, pues esperaba que el falso profeta lo atacase en cualquier momento por la espalda.

—¿Qué tal si nos detenemos? —preguntó Boulus.

Asdras saltó hacia atrás desenvainando su espada. Boulus estalló en una carcajada.

—Tranquilo no voy a atacarte —dijo este sentándose en el suelo.

El falso profeta se encargó de hacer una fogata y sacar una pequeña pava con la que calentó agua.

—Estoy interesado en escuchar tus planes —empezó diciendo Boulus—. ¿Cómo esperas derrocar a la Institución?

Asdras se forzó a estar sereno, hincó su espada en el suelo y se sentó.

—En el día de la Ascensión revelaré al mundo la verdad, de cómo crean santos y toda su manipulación.

—Es un buen plan —dijo Boulus sirviéndose té en una tacita—. ¿Quieres un poco? —le ofreció a Asdras, este negó con su cabeza—. ¿Y usted su santidad? —le dijo a Crisanta.

—No quiero tu maldito té —repuso ella ofendida.

—El té les ayuda a relajarse —añadió Boulus sonriendo—. Volviendo a tu plan, está bien, es algo decente. Pero, no será suficiente, las personas tienen que ver y entender las manipulaciones de la Iglesia, no puedes simplemente soltar todo y pretender que te crean. Recuerda que las enseñanzas de la Institución es lo único que conocen, y tú quieres destruir ese mundo que ellos creen. No se lo van a tomar a bien. Es más, muchos no van a creerte.

Asdras aspiró profundo, era algo que sabía, además de que eso lo repitió Crisanta hasta la saciedad.

—¿Qué sugieres? —dijo Asdras interesado en qué le respondería.

Boulus dio un profundo trago antes de continuar.

—Tiene que ser un cambio paulatino —dijo sosteniendo la tacita con ambas manos—. Lastimosamente, no creo que tengas mucho tiempo, y debes de convencer a todos los que puedas.

Devuelve mi CabezaNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ