—Pero no hay garantía de que mantenga la boca cerrada. Es abogado, conoce las áreas grises de las leyes y sabrá cómo exponer el asunto sin verse perjudicado —confirmo, con los ojos llenos de lágrimas—. Lo siento tanto...

—Lo hecho, hecho está. —El manager me palmea el hombro en un gesto cariñoso—. No puedo culparte por no saber que tenías la configuración puesta para hacer copias de seguridad.

—Sí es mi culpa.

—Es culpa de ambas. Por ponerse ebrias. Por no controlar sus hormonas en un sitio público. Por sugerir tomar la foto y por aceptar la propuesta. No recae solo sobre ti y si Myrecilla cree eso, tendré que hacerle entender que ella es tan responsable como tú.

Me muerdo el labio y asiento, dudosa, porque le he mentido al respecto de ese detalle. La situación es la misma sin importar cómo es que Jonathan obtuvo la foto, así que opté por decir que yo estaba segura de haberla borrado y que no sé cómo la consiguió. A lo que Richie me explicó que existe una opción que crea copias temporales de seguridad que pueden durar hasta noventa días. Estoy convencida de que no fue eso lo ocurrido y que mi ex halló el archivo escondido que nunca borré, pero... admitir algo como eso podría costarme lo poco que tengo en la vida en estos momentos. Y no se si pudiera soportar quedarme de patitas en la calle, sin empleo y sin donde vivir. Porque estoy convencida de que decir que fue una cuestión intencional haría que me despidan y que Myre no volviera a hablarme jamás.

Mis manos tiemblan cada vez más.

—Les he causado otro problema cuando ya tienen uno enorme... —musito, con un nudo en el estómago.

—No es tu culpa. Ustedes dos aquí actuaron con imprudencia, pero están siendo víctimas de un idiota. Y, como ya te he dicho, esto es mucho menos grave que lo que ocurre con Enzo, así que ya se nos ocurrirá cómo solucionarlo. De momento las prioridades son otras. Pero agradezco que me contactaras para ponerme al tanto de la situación. —Richie se sienta en el sillón y cruza las piernas—. Intenta relajarte y mantener esto en secreto hasta que lo tengamos bajo control. Si Myrecilla se entera... podría afectar su salud mental. Y si pierde la confianza en nosotros, no nos permitirá ayudarla.

—Lo sé —Me acomodo a su lado y limpio mis ojos con los puños del sweater—. Quiero ser útil, no una carga. Permite que te dé una mano con algo de esto. Tengo conocimientos legales, aunque no me haya graduado... me faltaba solo un semestre.

—Nina, tú ya estás ayudando mucho más de lo que crees. Myrecita no podría atravesar todo esto sola. Aunque no lo notes, lo que haces por ella es impagable. Te he visto consolarla en medio de un ataque de ansiedad incluso. Quizá no te des cuenta, pero le haces mucho bien y creo que ella no podría afrontar lo que pasa con Enzo de esta manera si no fuera porque te tiene a su lado.

—Gra-gracias —asiento y cierro los ojos.

Hay muchísimas cosas dando vueltas por mi mente en este instante. Es una mezcla de alivio y de preocupación, de culpa y de orgullo por las palabras de Richie. Estoy decidida a hacer lo posible por mantener la calma y solucionar esto sin que Vanesa tenga que verse implicada o estresarse más de lo que ya está. Arreglaré el problema que yo misma he causado y ni siquiera tendrá que enterarse.

Aunque... no me gusta la idea de ocultarle cosas. Quizá, una vez que el asunto de Jonathan acabe, le confiese la verdad de lo que pasó. Eso me dará tiempo para hallar las palabras correctas y para ahorrar lo suficiente como para alquilar un apartamento si ella reaccionara de la peor forma posible. Ya me ha dejado en claro que detesta las mentiras.

Nos sumimos en un silencio reflexivo. Ambos estamos pensando en las posibilidades, en formas de solucionar lo de Enzo y lo de mi ex. En salidas alternativas, en opciones legales y más. Solo se escucha nuestra respiración y el paso de los segundos en un reloj de pared que no sé dónde estará. La quietud es abrumadora hasta que suena el teléfono de Richie con una melodía que no reconozco.

Me sobresalto por el ruido repentino. Él lo toma con calma, mira la pantalla, arquea una ceja y responde.

—¿Hola? —pregunta y se pone de pie, acostumbrado a hablar mientras camina. Da unos pasos al frente antes de cambiar el tono por completo—. ¡Oye ¿Qué sucede? ¿Está todo bien? —Silencio, al otro lado suena una voz lejana que no llego a entender—. ¿¡Qué!? ¡Mierda! Demonios deja que te pongo en parlantes.

Por primera vez en el día, Richie pierde la calma. Su mano se mueve aprisa a causa de los nervios mientras presiona la opción que me permitirá escuchar la conversación.

Lo primero que me llega son los gritos de Vanesa en medio del llanto. Luego, por encima, la voz de Crest.

—Estamos yendo al hospital. Vamos en taxi, llegaremos en unos veinte minutos —explica.

No entiendo nada, ¿qué ocurrió? ¿Myre está bien? ¿Tuvo un accidente? Quiero preguntar, pero asumo que ya se lo ha explicado a Richie y pedir que lo repita puede sonar rudo e insensible en estos momentos, así que me trago las palabras y aguardo.

—Nina está aquí conmigo —avisa el manager—. Ya mismo salimos para allá. No la dejes sola ni por un segundo, ¿entiendes?

—Claro, no te preocuopes.

A modo de respuesta, me pongo de pie. El manager y yo vamos hacia el garaje mientras la conversación continúa, agitada. Crest conoce el sitio al que nos dirigimos y nos dice dónde aparcar y en qué sector cree que los encontraremos. El llanto constante de Vanesa me estruja el corazón y hace que sea complicado entender lo que se dice.

Subimos al coche de Richie y cortamos la conversación. Apenas él deja el teléfono a un lado e inicia el GPS, hablo. Mi voz tiembla.

—¿Qué pasó? —susurro, con miedo.

—Llamaron del hospital hace unos minutos. Dijeron que don Osvaldo falleció de un paro cardíaco mientras cortaba el césped de su casa. La vecina pidió una ambulancia, pero ya era tarde —habla con lentitud y entre dientes, está concentrado en el camino y le cuesta pronunciar sin atragantarse. Se nota que hace un gran esfuerzo para no desbordar emocionalmente y por no acelerar más de lo permitido.

El papá de Vanesa... ¡No puede ser!

Muchas cosas van a cambiar en la recta final

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Muchas cosas van a cambiar en la recta final. Eso sí, prometo que ponto saldremos de esta tormenta y tendremos un poquito de paz ❤❤

El capítulo es breve, pero necesario. Se aproximan escenas muy importantes en la historia.

Varios de ustedes adivinaron qué había pasado. Eso me parece genial, porque significa que la historia ha estado planeada de forma tal que los más observadores lograron entender los detalles: el nombre completo de Vanesa en el llamado, la mención previa a que su padre tenía problemas de salud y que se estaba marchitando, etc. Los felicito. Me enorgullece que el giro haya logrado ser sorpresivo, pero no absurdo. 

Desde ya, mil gracias por esperar a que llegue cada jueves, por dejar muchos comentarios, por seguirme aquí y en redes, por los edits, fanarts, tiktoks y por cada muestra de amor que le dan a mis niñas. 💜

★ (IN)HOOMAN  ★  [BILOGÍA COMPLETA]Where stories live. Discover now