29. POSIBLE

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Esto no me gusta nada

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Esto no me gusta nada.

Nina se marchó temprano hacia la casa de Richie. Parece que tienen una reunión con el abogado por todo el tema de Enzo y las respuestas al formulario que no dejan de llegar. Este encuentro lo coordinó mi manager en la madrugada y apenas si ha tenido tiempo de avisar, lo cual es poco usual en él; supongo que esto denota la gravedad del asunto. Yo no estoy invitada, por mi propia salud mental.

Lo que me desagrada no es quedarme fuera de lo que se converse, tampoco que sea un compromiso de último momento. El problema es que estoy sola o, mejor dicho, el problema es que me incomoda no tener a Nina cerca desde tan temprano.

Odio darme cuenta de que me he acostumbrado tanto a su presencia en solo un par de semanas que me cuesta tener ratos extensos de silencio. ¿Cómo es esto posible? Por diez años de mi vida estuve sola. Sin amistades. Sin pareja. Sin depender de nadie. Sin compartir mi apartamento o mi cama. Disfrutando de mi paz, de la quietud y del trabajo ajetreado. En menos de dos meses, no obstante, pareciera que me he convertido en alguien más que no llego a reconocer. ¿Esta es la esencia de Vanesa, colándose por las grietas de Myre? Temo que es probable.

Siendo redundante, me molesta que me moleste la falta de Nina. ¿Tiene eso sentido? Estoy enfadada conmigo misma por no saber qué hacer en el apartamento vacío para pasar el rato sin que mi mente vaya hacia sitios oscuros que preferiría evitar.

Quisiera que ella asomara desde su oficina y me ofreciera un café, ir a ducharnos juntas, conversar en el balcón mientras fumo, mostrarle posibles atuendos para la jornada y que me ayude a escoger el más práctico. Esas nimiedades son tan cotidianas ahora que no tenerlas, aunque sea solo por un día, me resulta extraño.

Voy a la cocina y busco una taza para prepararme el primer café de la mañana. Por costumbre, tomo dos de la alacena y, al notarlo, dejo una sobre la mesada. Qué idiota soy a veces. Es obvio que no estoy mentalmente bien y que he comenzado a desarrollar un apego tóxico, una dependencia afectiva peligrosa que necesito controlar. Pero ¿cómo? Tal vez una vez que el asunto de Enzo quede cerrado sea más sencillo estabilizar mis emociones y recuperar la fortaleza que perdí.

Esto es algo que me gustaría conversar con Valentino en algunos minutos, cuando comience la sesión. Necesito dejar de pensar en el asunto hasta que pueda discutirlo con él porque sé que, por mi cuenta, solo voy a hundirme hasta que la ansiedad me consuma.

"Debo pensar en otra cosa por cuarenta y cinco minutos", me digo y miro la hora en el temporizador del horno. "Espero que me alcancen los cigarrillos".

Termino de preparar el café y luego salgo a fumar al balcón con la taza humeante en una mano. Un rato en mi propia compañía es un arma de doble filo en este instante de mi vida, dependiendo del estado anímico en el que me encuentre. Ahora, por fortuna, me hallo en un punto relativamente neutral.

El primer cigarrillo se acaba aprisa. El segundo dura un poco más, las pitadas intermitentes se entrecruzan con suspiros y bostezos. El tercero tiene un sabor amargo, como a cenizas, seguro solo lo imagino. El cuarto me aburre, me harta. Ni siquiera lo termino. Decido apagarlo poco antes de fumar la mitad.

★ (IN)HOOMAN  ★  [BILOGÍA COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora