13. CAUTA

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NOTA: Este capítulo tiene mención a algunos temas delicados.

NOTA: Este capítulo tiene mención a algunos temas delicados

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No quiero entrar. Me niego. Esta es una pésima idea, solo será una pérdida de tiempo. Lo sé. ¿Qué demonios hago aquí?

"Lo intentamos hoy. Si no funciona, jamás volvemos. Es solo una hora", me repito para tratar de convencerme. "Como es temprano, primero fumaré", me excuso.

Me quito el casco y enciendo un cigarrillo mientras observo el pequeño establecimiento frente a mí. El consultorio de mi psiquiatra se encuentra en medio de una "plaza", que aquí en inglés es algo muy distinto a lo que mi padre o cualquier latino entendería con ese término. Supongo que la mejor forma de describirlo es como un centro comercial al aire libre, con el aparcamiento en el centro y las tiendas casi siempre en una especie de semicírculo o semirectángulo alrededor. A mi derecha hay una cafetería, un supermercado, una peluquería y un sitio que revende ropa de segunda mano. A la izquierda hay un restaurante de comida china, una tienda de mascotas y una licorería. Más allá hay un par de letreros más que no logro leer desde aquí.

El espacio que ocupa el consultorio es grande y está justo en el centro, con una puerta doble de vidrio que permite ver el escritorio de la recepción y algunas sillas. Las ventanas están oscurecidas porque el sol pega justo sobre ellas a esta hora, así que no tengo forma de ver qué más me espera en el interior.

Por lo que vi en internet, aquí atienden varios profesionales de la salud mental. Mi médico se llama Valentino Soto Espinoza. Debe ser latino o hijo de latinos.

Cuanto más tiempo paso aquí fuera, más nerviosa me pongo. Al final, apago el cigarrillo a medio fumar y me dirijo hacia la sala de tortura. Quizá tengo suerte y me pueden atender unos minutos antes de lo acordado.

Atravieso las puertas y aguardo a que la recepcionista me haga señas para aproximarme.

—¿Nombre y fecha de nacimiento? —pregunta ella.

—Vanesa Alvarez Ramos. 21 de enero de 1990 —murmuro en voz baja—. Me sorprende que atiendan en domingo.

—Solo trabajamos en fines de semana para poder atender a pacientes con horarios complicados —explica ella, distraída buscando mi cita en la computadora—. ¡Falta solo una semana para tu cumpleaños!

—Supongo... —Desvío la mirada—. ¿Necesita que llene algún formulario o algo?

—Ya está todo completo —afirma y sonríe—. Puedes aguardar por allí a que te llamemos.

—Gracias —me alejo.

Supongo que Richie se encargó del papeleo. Después de todo, tiene acceso a mis cuentas, contraseñas, datos personales y más. Si algún día discuto con él, podría destruirme por completo. Y justamente por ello es que no quiero confiar en otras gente. Es mejor que haya una sola persona capaz de destrozarte y no varias decenas.

★ (IN)HOOMAN  ★  [BILOGÍA COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora