IV

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Min Hao siguió a Koga en silencio. Se preguntaba qué le diría aquel peculiar lobo. Una vez lejos de la tribu acompañante, el líder de la misma decidió hablar.

—Gracias…

Susurró.

—¿Qué dijiste? No pude oírte.

Dijo con una sonrisa de lado, era divertido molestar al más bajo.

—¡Gracias, maldita sea!

Gritó sin mucha paciencia.

—No es nada. Peleaste muy bien hace rato.

Agregó con sinceridad.

—Tks, tú no lo hiciste mal.

Comentó mirando a un costado.

—Lo sé. Es curioso, no planeaba encontrarte, pero al parecer mí corazonada era cierta. Nuestros destinos están unidos.

—¿Qué quieres decir con esa estupidez? Es obvio que tu siempre te cruzas en mí camino.

—Eres tan infantil, deberías estás contento de que sea así, sino ese estúpido demonio te hubiera golpeado.

—Tks, puedo aguantar un par de golpes, no soy débil, zorro idiota.

—Eres un lobo mugroso.

—¡A quién le dices mugroso, torpe!

—¡Soy un genio en los engaños! ¡No puedes llamarme torpe!

—¡Cierra la boca!

—¡Ciirri li bici!

Se transformó en Koga y lo imitó.

—¡No hagas eso!

—¡Entonces deja de insultarme!

—¡Bien!

—¡Bien!

Ambos se quedaron en silenció. Min Hao se sentó en el pasto, el lobo que salvó se acercó a ambos y se recostó sobre el regazo del zorro.

—Tks.

Soltó Koga, pero le pareció curioso como el lobo se había encariñado tan rápido con el más alto.

—¿Tienes más de 200 años?

Preguntó, recordando las colas de Min Hao.

—Mmn, tengo 237 años. ¿Y tú?

Respondió más tranquilo acariciando el pelaje del lobo.

—225, ¿Tu edad humana es de 18?

—Probablemente, es divertido parecer joven por siempre.

Sonrió.

—Es cierto. ¿Cuál es el máximo de colas que puedes tener?

La curiosidad invadía un poco a Koga, pero mantenía su semblante indiferente.

—Nueve. Aunque me falta bastante.

—Mmn. ¿Eso te da más poder?

—Si, dicen que cuando un Kitsune llega a mil años, se convierte en un semi-dios.

Contó con una sonrisa.

—Tks, eso es un mito.

—Deberé vivir para averiguarlo.

—¿En serio piensas que lograrás vivir tanto?

—Quien sabe.

Levantó sus hombros, continuó acariciando al lobo.

—¿Planeas algo?

—Seguir mí destino. Proteger el bosque y las aldeas.

—¿Y dónde estuviste durante todo este tiempo? ¿No te enteraste de Naraku?

Preguntó bastante curioso y algo enojado a la vez.

—Claro que me enteré, estaba ayudando a aldeanos y criaturas indefensas. No me trates como si no hubiera hecho nada.

Soltó con algo de enojo.

—Bien, te creeré.

—¡Koga! ¡La cena está lista!

Gritaron sus hombres desde lejos. Koga se levantó, Min Hao aún estaba sentado acariciando al lobo.

—Deberías ir.

Le susurró al lobo que obedeció y desapareció. Su mirada se encontró con la se Koga.

—Ven, come con nosotros…como agradecimiento.

Dijo levantándose y yendo a cenar. El de cabellera negra no dijo nada y lo siguió, pocas veces era invitado a cenar.

Entre Hilos del Destino | KogaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora