Huracán

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Estábamos dentro. Decisión tomada. No podríamos volver. Todo lo que hiciéramos ahora formaría parte de la resolución. Del rescate (si es que había uno.) y la nueva unión, para por fin terminar con todo esto que me revolvía el estómago. 

Angelina subió a aquel coche negro que no estaba en mal estado, pero tampoco en el bueno. Pero nos servía, aunque aún no sabía adónde nos dirigíamos. Confié en que ella lo supiera. Porque todo lo que estaba en mis manos acababa destruido. La miré, ella observaba la carretera, para evitar que yo no hiciera de las mías, aunque yo, perdido en su belleza (como cualquier otro al parecer) con mis ojos, lo único que veía era a la perfección. Pero no me resultaba fácil quererla. No podía explicarlo. Y todas esos dichos de "La belleza está en el interior" me resultaron útiles. Pues por mucho que ella fuera perfecta, no existía ese "algo" que me hacía despertar, que me hacía cambiar. Quizás es el amor que me vuelve loco, quizás es que ya no sé qué hago, quizás me olvide de que estoy conduciendo, quizás me estoy muriendo. Pero hay muchos "quizás" por descubrir y poco tiempo, y a pesar que me cueste, dejaré de pensar por un momento. Sí, haré mi voz callar. Aunque por mucho que cierre la boca y hasta incluso la cosa, la voz no cesará. La voz era parte de mí. Pero la haré callar. Sí. Y si no lo consigo, yo dejaré de callar.

-¿Sabes dónde está?- Le pregunté preocupado, pues no mediaba palabra y necesitaba saber hacia dónde me dirigía.

-¿El qué?- Me preguntó casi dormida. Los dos estábamos cansados, pero supongo que ser abogada la cansaba más que ser bueno... Todo lo que yo era. No hace falta mencionarlo.  Mi descripción concluye con un "perdedor".

-Blanca.- Ella me miró abriendo más sus ojos cansados.

-Blanca está muerta.

-No. - Me negué. 

-Sí, Luccio. Vamos a vengarla.- Yo negué con la cabeza. No podía creerlo.

-¡No está muerta! ¡Joder!- Paré bruscamente el coche. Angelina llevaba puesto el cinturón. No salió volando.

-Entiendo que sea difícil para...

-Blanca no está muerta. Lo sé. Ella no puede morirse. Ella es indestructible. Si crees esa mentira, no sabes quién es ella. Ella es especial. Ella puede acabar con todo lo que tenga delante si lo quiere. Ella la mantiene. Ella es fuego. Ella arde. Ella acaba contigo. Ella está viva. Ella es arte. Ella es Blanca, joder. 

Angelina me miró. Aún incrédula. Tal vez por su descripción. Tal vez por la llama que ardía en mí.  Pero ella necesitaba ser descubierta, porque ella lo era todo. Y nadie lo sabía, nadie sabía de su alta capacidad para prender fuego a todo (si ella quería, claro) , del brillo en sus ojos que en realidad era fuego, de sus labios cuando besaban, de su pelo al ser tocado por el viento. Eran secretos, pero si alguien más la cree débil e inofensiva, los secretos serán expandidos por todos los mares, por todos los ríos, por todo el aire, por toda la tierra, y en cada incendio, allí estará ella. Criatura única que todos conocería. Ella es Blanca.

-La amas.

-Sí.

No hizo falta ni pensarlo, respondí al momento. Y fue en ese momento, que todo lo tuve claro. Y fue por ella que pasó. Y recordé cuándo me destinaron a este viaje, recuerdo cómo pretendía, día a día enamorarla, pero me enamoré yo. Olvidé quién fui y quién seré. "Ese no fui yo" me dije. Porque ese no era yo, y me dejé libre para ser dañado, para ser traicionado, para estar siempre a su disposición. Y era suyo y ni me había dado cuenta. Era cierto, la amaba. Pero no sabía aún, que palabra era capaz de describir todo lo que sentía ahora. No la había. Todo lo que sentía no podía ser explicado, todo lo que viví no podía ser contado, porque no sabía cómo. Quizás lo llamaría "El paso del huracán Blanca", que me destruyó por completo y me cambió y aún así, la amaba.

No fui yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora