Rayos

5 2 0
                                    

Todo se había terminado, al fin. Todo parecía estar bien. Excepto por el hecho de que ahora estaba de nuevo sola, destinada a quedarme en ese pueblo hasta que Luccio volviera. Tenía que ocuparse de algunos asuntos que han surgido después de la muerte de Alessandro. Confusa. Era confusa, y después de mí, no han encontrado más sospechosos, no han encontrado nada. Y la vida de Alessandro sería olvidada, por lo que fue y lo que pudo ser. 

Y una pregunta residía en mi mente, ¿Lo merecía de verdad? ¿Merecía morir asfixiado en un bosque en un pueblucho como este? Es decir, quizás Alessandro no hizo grandes planes en su vida manipulando pero, ¿Se merecía de verdad este final? Porque la vida no sería nada si no tuviera un final. La vida inmortal, aquella a la que siempre estarás ligado, viendo todo pudriéndose y con ello tu alma. Y la vida, no es nada sin la muerte. Están ligadas, se necesitan la una a la otra. Y lo que nos dio la vida, nos lo quitará la muerte.

No. No se merecía ese final. Todo se torció al instante. Aunque quizás su muerte fuera necesaria, al menos para que los otros siguieran su curso. 

¿Sentía tristeza? Yo ya no siento nada. Era como si todo hubiera dejado de importarme, como si estuviera muerta, quizás ya enterrada. Pero la vida me sostenía con fuerza, y me aferré a la cuerda, la cuerda que empezaba a desgarrarse y a entrelazarse en el cuello de Alessandro. Y quizás fui yo, quizás no fui yo, quizás nada pasó, quizás no sé nada.

De nuevo en el océano, en mitad de la nada, mirando hacia el horizonte. Con la mirada perdida y unos labios moviéndose, tarareando una canción. Y todo dependía de esa canción ahora mismo. Pensaba en toda esta aventura que lo había arruinado todo, y mientras pensaba hallé tierra,  era una isla. Pero bastaba para descansar, para tomar un respiro, acurrucarme y dejar de pensar y maltratarme. Era hora de volver a casa.

Me levanté. Me puse mis botas y me dirigí a la puerta. Observé todo a mi alrededor y sin remordimientos, cerré la puerta. Una nueva era, sin duda. Y no me quedaría así. No. La cuerda se rompía paulatinamente y la vida me daba una última oportunidad que iba a aprovechar esta vez. Ya no más. Ya no más "diversión" como decía Luccio, que había marchado serio y distante, ahora nuevo. Parecía otro y yo era la única culpable. Subí al ascensor, pulse el botón y esperé a salir disparada. Porque era lo que necesitaba. Huir, deshacerme de lo que era y descubrirla. A ella. La única que me mantenía en pie. Ella, esa Blanca que ahora era mi salvadora. Por ella estaba ahora luchando quizás, con ella a mi lado , nada me dañaría. Porque era ella, y sólo yo sé lo que vale. Vale más que un ejército, vale más que el oro, vale más que una vida, vale más que todo lo que hay y lo que está por descubrir.

Bajé del ascensor, tranquila, relajada pues todo había ido bien y no había salido disparada como un cohete como pensaba. Pero lo peor estaba justo frente mía. Abrí la puerta del portal para descubrir a una mujer, una joven increíblemente hermosa. Pero sus ojos la delataron cuándo se quitó las gafas de sol. Oscuros, como la noche en invierno, como si de los más puros se tratase. Pero aún así, hermosa. Y la recordé, cómo la hermana de Alessandro, cómo la misma que con tan sólo mover sus labios me inquietó. Sin embargo, esta vez me recibía con una sonrisa. De esas sonrisas que en verdad quieren decir "necesito tu ayuda".

-Soy Brina.- Me tendió la mano. Yo se la di.

-Yo...- No me dejó seguir. Tenía las ideas claras y yo también. Sabía a por lo que venía. Luccio.

-Lo sé. Blanca. Luccio me habla mucho de ti.

-¿Y tú? ¿Eres su novia?- Mis labios se movieron pero ella lo preguntó.

-¿Su novia? ¡Pensaba que tú lo eras!- ¡Que sorpresa! Luccio era un mentiroso. ¿Qué más podría ser?

-No. Él mismo me dijo que tú eras su "novia".- Añadí entre comillas.

No fui yoWhere stories live. Discover now