Después de desaparecer misteriosamente junto a su hermano mayor en la mansión "embrujada" de Agdeog, y olvidar por completo su pasado, Jungkook, quién ahora trabaja como reportero en la ciudad de Seúl, comienza a investigar "La leyenda de Agdeog." U...
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—¿Quién habla? —Se puso de pie y empezó a caminar en círculos. —¿Quién es?
In Hee apretó el teléfono y comenzó a llorar al escuchar la voz de Taehyung. Su voz no podía salir debido a la emoción y la desesperación que sentía. Cuándo por fin tuvo el valor para hablar, sintió una mano tocar su hombro. In Hee se dio la vuelta lentamente y miró a Tae Jung frente a ella con un delantal blanco manchado de sangre. La mitad de sus brazos, y parte del rostro, goteaban sangre aún fresca. Este estiró la mano y sin decir una palabra le pidió el teléfono.
—¿Quién habla? —Preguntó Taehyung. —¿Hola? ¿Hola?
—¿Quién era? —dijo Jungkook —.
—No lo sé, no dijo más nada. Era una mujer y me dijo hermano. Era una chica y me estaba pidiendo ayuda...
—¿Crees que sea Choi Ha?
—No, no era su voz. Voy a llamar a Venus, necesito que busque al dueño de ese teléfono. La chica llamó de un teléfono fijo...
—Es muy extraño todo esto.
—Mi cabeza está dando vueltas. Me voy a volver loco con todo lo que me dijo esa mujer.. —suspiró. —Esa tal Dalia.
—Siéntate y deja de pensar tanto. Venus te enviará la información una vez que la tenga. Hay otra cosa que quiero mostrarte, se trata de mi madre... . . . . . .
Tae Jung colocó el teléfono en su lugar y miró a In Hee con seriedad. Sus ojos estaban nublados por el odio y sin pensarlo, la tomó del cabello.
—¿Qué estabas haciendo?
—¿Qué le hiciste a Choi Ha? —Comenzó a llorar. —Prometiste ayudarla, te dejé hacerme lo que querías a cambio de su vida, padre...—gritó. —¿Qué le hiciste? ¡Dime!
Kim In Hee perdió el control y comenzó a gritar y a golpearlo sin parar. Su llanto desesperado podía escucharse por todos los pasillos de la mansión de Fairytale.
—¡Detente!
—¿Qué fue lo que hiciste? ¿QUÉ?
—¡In Hee! —Sujetó su rostro y lo manchó con la sangre que aún tenía sobre sus manos. —¡Vuelve en ti!
—¡No me toques! ¡No me toques con tus manos sucias! ¡Suéltame!
In Hee se resistió y gritó con todas las fuerzas que tenía. Tomó el teléfono y todo lo que encontró en su camino, y se lo aventó a su padre en el rostro. Tae Jung la tomó entre sus brazos y la apretó para detenerla. La cargó y la llevó hasta el sótano nuevamente, y después de cerrar la puerta con seguro, y la aventó al suelo. Con un paño, limpió la sangre en su rostro y lavó sus manos en silencio.
