Después de desaparecer misteriosamente junto a su hermano mayor en la mansión "embrujada" de Agdeog, y olvidar por completo su pasado, Jungkook, quién ahora trabaja como reportero en la ciudad de Seúl, comienza a investigar "La leyenda de Agdeog." U...
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Taehyung abandonó la puerta y guardó su placa policial, al igual que su arma, en una gaveta bajo llave. Jungkook se apresuró en entrar después de haber visto al hombre con el que había soñado durante toda su vida. Abrió la puerta con estruendo y se paró al frente de su mayor después de llamar su atención con un: «¡Buenos días!» Taehyung le respondió el saludo amablemente y se acercó para darle su atención.
—¿En qué puedo ayudarlo?
—Pasaba por aquí y me fijé que esta es la única tienda de tatuajes en Agdeog. Y cómo podrá ver ...—señaló su brazo. —Soy viciado en tatuajes. Me gustaría hacerme dos más, si me da un buen precio me lo hago con usted.
—No eres de por aquí, ¿verdad? Tu acento es diferente...
—No, vengo de Seúl...—sacó una tarjeta de presentación. —Soy reportero, soy Seo Jungkook...—estiró su mano —.
—Kim Taehyung...—estrechó su mano. —Está bien, póngase cómodo. Le haré buenos precios para que se quede. ¿Qué es exactamente lo que quiere y dónde?
—Quiero dos tatuajes, pero hoy solo me haré uno.
—Bien, ¿dónde lo quiere? ¿Y qué más o menos quiere?
—Quiero uno en la pierna y otro en la parte inferior derecha de mi vientre. Quiero un cuervo junto a una cruz rodeado de rosas en la pierna.
—¿Y en el vientre? —preparó su material de trabajo —.
—Una frase...
—¿Cuál?
Jungkook lo miró de arriba abajo y comenzó a desabrocharse lentamente el pantalón mientras se sentaba, con la mirada fija en las piernas y venosos brazos del mayor, pronunció con voz suave un:
—¡Tú eres mío!
Taehyung paró de golpe lo que estaba haciendo y levantó el rostro para mirarlo fijamente. Apreció la sonrisa pronunciada del joven reportero, y después bajó el rostro y sonrió de lado.
. . . . .
Jimin, el joven diácono, había ido a visitar el altar de la iglesia para realizar una oración por todos los ciudadanos de Agdeog. Permaneció sentado en la banca mirando los rayos solares que traspasaban los cristales y se reflejaban en el suelo. Estuvo allí durante un largo rato y después culminó su oración con un: «Líbranos de todo mal, amén.» Se persignó y se levantó para salir de la iglesia y volver a su habitación.
—Hermano Jimin...
—Hermano Minho... —hicieron una reverencia —.
—Su padre avisó que estará aquí a las 11, ya que desea pasar el mayor tiempo posible con usted. Deje todos sus deberes organizados para que pueda irse con él.
