CAPITULO 60

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Pov: Atenea

Los días aquí en México se nos pasan muy rápido, ya no volvía a casa de mi familia pero mandé una revista autografiada para la hermana del novio de Dánae. Mi abuelito dijo que nos vería en el hangar antes de irnos.

La casa es muy hermosa, me gusta y quisiera una así para vivir con Christopher y nuestros bebés.

Abby y Em han disfrutado todo, los jardines, la alberca, el mar, hoy es nuestro último día aquí, saldremos en la noche así que Ale y Patr llevaron a la pequeñita rubia a conocer. Parker y Rachel fueron hacer lo único que han hecho estos días.

Chris y yo disfrutamos de la tranquilidad de la casa y de nuestros pequeños.

Christopher paso toda la noche insistiendo que ya debemos decirle a Emi, y la verdad es que me muero de nervios por hacerlo. No sé qué hacer, no sabré como manejarlo, y no me creo capaz de vivir con su rechazo.

— Cálmate, solo hay que decirlo así, el entenderá— creo que intenta animarme pero no funciona— Debe hacerlo.

Aparta su plato después de haber vomitado todo.

— Se que sí, pero solo tiene dos añitos y quizás no lo entienda, no quiero que vaya a sentirse remplazado o menos amado, porque yo no...

— No, no lo hará.

— ¿Cómo puedes estar tan seguro?

— No lo estoy, pero sé que en algún punto lo estará.

— Tu nunca tuviste hermanos amor, ¿qué harías si Sara y Alex tuvieran otro bebé? — sus facciones se endurecen.

— No, yo no quiero— se molesta.

— A eso le temo, lo mismo pasa aquí con Em.

Él lo sabe y solo me atrae con él, y pasa sus manos por mi vientre aun plano.

— Hay que esperar un poco más...— pido.

— Igual lo sabrá en algún punto, ¿o hasta cuándo esperaremos? ¿Cuándo el vientre te crezca y pregunte por qué? O mejor aún ¿Cuándo nazca y lleguemos con el bebé? Atenea se cuál es tu punto, pero debe hacerse la idea desde ya.

Se que sí, pero me da miedo, poco a poco me comienzo a acercar a donde juega con Zeus. Emiliano es la cosita más perfecta que jamás haya visto.

Ese cabello azabache como el mío y el de su padre me encanta, su piel tan blanca, sus mejillitas rojitas, sus pequeñas manos y piecitos, todo en él es hermoso. Pero esos ojitos grises tormentosos, de largas pestañas y rizadas son lo que lo termina de hacer perfecto.

— ¿Puedo jugar con ustedes? — sonrió.

— ¡Mami! Si, si pueles.

Me siento en la arena, me explica a que jugamos y nos divertimos mucho.

Al final, creo que es momento cuando esta relajado, y le hago una seña a Chris el cual solo nos ha visto jugar. Me da un asentimiento así que llamo a mi pequeño.

— Amorcito ven bebé— lo cargo y nos siento — ¿Te gustaría que después de cenar, en el vuelo a casa viéramos una película con papi?

— ¡Siii! ¿Polemos vel una ahodita tamien?

— Si, amor pero antes papi y yo debemos contarte algo muy importante.

Su carita curiosa me da aún más nervios, Chris lo nota y se sienta a mi lado.

— ¿No te aburres de jugar tu solo? — pregunta su papá.

— No ueglo odo, teus eta comigo y mami— gira y punta a bebé peludo.

Siempre fuiste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora