XLVIII

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Eduardo

Terminó el partido dos a cero para Francia. Me disgustó apenas no jugar, pero me alegra saber que Aurélien y Marcus marcaron los goles que nos dieron la victoria.

A pesar de haber jugado pocos minutos, he dado todo lo posible. Llego no muy cansado al vestuario, sin camiseta, tras haberla intercambiado con un jugador irlandés.

Lo primero que hago al llegar al vestuario es revisar mi teléfono móvil, y ver los mensajes de mi novia.

- Mucha suerte, chéri. Te amo.

No pude leer el primer mensaje, pues lo envió justo cuando calentaba.

- Felicidades por el resultado. Didier no te puso casi, pero al menos marcó Tchou jajajajaja.

Me limito a esbozar una sonrisa, causada a base de sus mensajes. Alguno de los chicos me mira extrañado por estar sonriéndole a la pantalla.

- ¿Qué hay contigo, Cama? - dice Marcus.

Sus palabras me distraen de mi teléfono móvil, cambiando mi semblante a uno más serio.

- ¿Mm? No, nada - disimulo.

- Si tú lo dices... - contesta él, encogiendo sus hombros.

El número siete de la selección de Francia toma su asiento a mi lado.

- Esa sonrisa no es una de las normales. Te tiene muy enamorado, ¿cierto? - pregunta pícaro.

No puedo hablar mucho de amor, porque se supone que un joven de veinte años no sabrá nada sobre esto. Sólo sé que si esto que siento es amor, será el primero.

- No sabes cuanto, Anto - esbozo una sonrisa al recordarla. Lo hago cada vez que en mi cabeza aparece su rostro.

- ¿Quién? - pregunta Mike, el portero del AC Milán.

Agacho mi cabeza, suplicando a Dios por que Antoine no diga nada.

- Nada, nada - pronuncia el anteriormente mencionado, y yo suspiro aliviado.

(...)

Decido ir a la joyería más cercana a Clairefontaine, donde nos alojamos. Al recordar que aquí no hay joyerías, pues es una ciudad centrada sobre el acogimiento a los jugadores franceses, debo viajar en coche a París, lo que supone una hora y diez minutos en coche aproximadamente.

Una vez me introduzco, con la mayor discreción posible, en la tienda parisina Diamina "diamantaires sur rendez-vous". A punto de tomar la posible mejor decisión en mi vida, después de aquel partido contra el Manchester United.

Elijo el anillo más precioso de la tienda, el más caro, también. Pero ni todo el oro del mundo haría equivalente el valor que tiene ella para mí.

Debo pensar como lo haré. Proponerle matrimonio.
Apenas llevamos unos meses en una relación sentimental, pero mi corazón comenzó a latir hace dos años. Y el suyo, tiene sentimientos recíprocos.

La dependienta envuelve el anillo de oro con relucientes diamantes blancos incrustados.

- Tu veux un sac? (¿Quieres una bolsa?) - pregunta amablemente y yo asiento con mi cabeza.

Entonces, envuelve la pequeña caja, que protege y guarda el anillo, con un lazo de color rojo, y lo introduce en una bolsa de tela.

No sé el por qué, no sé cuándo ni cómo. Pero le pondré como propuesta la unión matrimonial entre ambos, y espero que la respuesta sea una afirmación.

Quizás prefiera esperar más tiempo, ¿quién sabe?. Si eso sucede, espero que no afecte en nuestra relación, pero un rechazo de matrimonio sería un golpe duro.

Espero con ansias el momento de la respuesta, el momento de elegir el pastel, el blanco vestido, el elegante traje, los invitados, el lugar y ceremonia.
Espero con ansias el momento de recibir felicitaciones, regalos...
Espero con ansias el momento de que la hermosa melodía comience a sonar cuando ella entre por esas grandes puertas y nuestros padres celebren por ser una familia.

Quizás la boda no es así de perfecta, y la imaginación puede dañar mucho cuando observe la comparación entre mis expectativas y la realidad.

Me paso entretenido, con la mente nublada entre tantos pensamientos, todo el camino de vuelta hacia Clairefontaine.
Una vez llego, todos me reciben extrañados y preocupados de mi ausencia.

- Perdonadme, llegué tarde, lo sé. Pero es que había mucho tráfico en París - me disculpo.

- ¡Y nosotros buscándote! - exclama Antoine.

Encojo mis hombros y muerdo mi labios inferior.
Me adentro en las instalaciones de la selección francesa, dirigiéndome a mi respectivo cuarto asignado.

No soy capaz de cerrar la puerta, pues Antoine, Kylian, Aurélien y Marcus irrumpen, impidiendo cerrar esta.

- Vamos... ¿Qué queréis? - bufo rendido.

- ¿Qué es esa bolsa? - pregunta Kylian con casualidad, señalando el objeto entre mis manos.

- No es nada - escondo rápidamente esta tras mi espalda.

Ellos con una ceja arqueada y una mirada insegura se acercan hacia mi persona, inquietándome.

Aurélien se lanza e intenta atrapar la bolsa que contiene las caja.

- ¡Joder, Aurélien!, ¡detente! - le ordeno, pero ignora mis órdenes.

Esta vez son Marcus y Kylian quienes intentan ver lo que contiene la bolsa de tela.

- ¡Deteneos, por favor!, ¡lo romperéis! - exclamo, mientras la ira comienza a invadir mi cuerpo, harto de que me sometan entre esos cuatro.

- Dinos que es, por favor - suplica Antoine, con un puchero.

Niego con mi cabeza, hasta que la pesadez que me brindan agota mi paciencia.

- Bien, bien, bien. Os lo mostraré - digo convencido.

Dejo la bolsa a manos de Antoine, quien la abre y de ella saca la caja. Extrañado se queda visualizándola, hasta que logra comprender todo.

- ¿Qué pasa? - dice Kylian impaciente.

- No lo abras, eh - le advierto al delantero del Atlético de Madrid, que asiente con la cabeza.

- ¿Vas a pedirle...? - dice este inédito.

- Lo he pensado durante mucho tiempo. Sí, lo haré. No quiero perderla - admito, suspirando aliviado.

- ¡¿Te vas a casar?! - exclama Aurélien con una sonrisa.

- Si ella acepta, sí.

Todos quedan sorprendidos, y se limitan a esbozar una sonrisa.

- Felicidades - menciona Kylian, rompiendo el silencio momentáneo.

Todos comienzan a felicitarme y celebrar mi posible boda, deseándome lo mejor posible en mi relación.

- ¡No puedo creer que el pequeño Edu se casará antes que yo! - bromea Marcus Thuram.

- Solamente nos llevamos cinco años, Marcus.

- Eso es mucho. Yo con tu edad ni pensaba en tener novia - dice él cruzándose de brazos.

- ¿Y cuándo piensas pedírselo? - pregunta Aurélien inquieto.

- No sé. Lo planearé un día de estos - digo sin sobrepensarlo.

- Esperemos verte en una iglesia pronto, amigo - sonríe Kylian, chocando las palmas de nuestras manos.

QUERIDA AFICIONADA ↯ eduardo camavinga ✔Where stories live. Discover now