❝Cualquiera sea el camino que elijas, yo te apoyaré siempre.❞
→ Kaede fue criada para ser un arma, un simple objeto con el que jugaban por mucho que rogase por su mísera vida. Sus pensamientos, sus lágrimas, incluso los latidos de su corazón habían...
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REENCUENTRO.
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Kaede se refugió de la lluvia lo más rápido que pudo cuándo esta comenzó a empeorar, y entró en la azotea de uno de los edificios abandonados. Necesitaba un breve descanso, una pequeña pausa para comer y seguir luchando contra los villanos que se encontraba en su camino mientras le seguía el paso a los héroes. Porque quizás ellos tendrían pistas acerca de la localización de All for One, lo que la llevaría hasta dónde se encontraban tanto Tomura como Aika. Sin embargo, no tenía intención de comunicarse con ellos aunque estos supieran que ella no había regresado a la U.A. por las conversaciones que escuchó entre Endeavor y All Might.
Una vez tomó asiento, trató de secar su cabello lo mejor que pudo. Y una mueca de tristeza se dibujó en su rostro al recordar cómo su maestro se encargaba de hacer esas cosas por ella. Pero el hambre pudo más que la tristeza en ese momento, y al escuchar su estómago rugir la pelirroja no tuvo más remedio que abrir una de las latas de conserva con las que cargaba. La expresión de desagrado por el olor en su rostro era evidente, y aún así se comió la carne porque no tenía otra manera de recuperar energías.
La Akaguro soltó un suspiro y le echó un último vistazo a los localizadores, que indicaban que All Might se encontraba cerca. Por ello, también entendía que Midoriya estaría por allí al haber oído su voz por el comunicador del antiguo héroe número uno. Lo que no comprendía eran las razones del peliverde de estar fuera al contrario que sus compañeros, quienes estaban en el refugio de su academia. Y es que al no recibir la nota del pecoso nunca pudo saber bien lo que era el One for All ni el porqué era tan importante para Shigaraki.
"Quizás puedo dormir una hora al menos... estoy agotada..." pensó notando la pesadez en sus ojos, ya ni siquiera recordaba cuánto tiempo había pasado despierta. No tenía nada ni nadie a quién recurrir porque era un peligro del que muchos desconfiaban, aunque no había otra manera de mantener a salvo a aquellas personas que la necesitaban. Y a pesar de que se apegó a la pared esperando conciliar un poco el sueño, mantuvo sus sentidos alerta ya que el peligro siempre acechaba con los villanos que escaparon de las cárceles por todo el país.
