Capítulo 27

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—CAPÍTULO VEINTISIETE: Deseo y Peligro—

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—CAPÍTULO VEINTISIETE: Deseo y Peligro

KARA

—No puedo darte lo que quieres, Seraphine. Tu y yo sabemos que será imposible.

—Eres el único que puede convencerle a él de traerme de vuelta a la Alta Torre, Marxel. Recuerda lo que hice por ti una vez, lo sacrifiqué todo para protegerte, ¿Y así es como me devuelves el favor? Aparte de eso, ¿Me traes a la fugitiva más buscada de Prakva para que le cure la herida?

La luz de la habitación se sentía penetrante y molesta, provocando que abriera los ojos ante el sonido de las voces acopladas. Tragué saliva, dándome cuenta que sentía un sabor extraño en la boca, luego los pequeños pinchazos de dolor se hicieron presente por mi costado.

La bala. Me habían disparado hace poco y ahora me encontraba en una habitación luminosa de la que nunca había visto en mi vida.

—Está despierta —escuché la voz de Marxel, vi sus piernas caminar antes de inclinarse hacia a mí y poder ver una atisbo de su rostro completo. Una media sonrisa se asomaba en sus labios mientras sus ojos azules y cristalinos se atrevían a escanearme—. ¿Cómo te sientes?

—Debería estar como nueva —dijo una voz femenina a sus espaldas—. He utilizado la tecnología renovadora. Estoy segura de que no quedará una sola cicatriz en tu cuerpo, Ladrona.

El rostro de la mujer apareció en mi campo de vista cuando levanté la mirada hacia ella. Era una mujer de alrededor de cuarenta años o quizás menos. Tenía unos ojos increíblemente azules como los de Marxel, una rostro fino y aritmético, una nariz puntiaguda y levantada, y un cabello oscuro como la noche recogido en un moño levantado mientras unos mechones rebeldes se acomodaban a los laterales de su frente. Era preciosa.

Había escuchado su nombre antes de la boca de Marxel.

Seraphine. Me resultaba familiar, pero todavía no había logrado descifrar de donde exactamente.

Ella suspiró—. Marxel, voy a necesitar que nos dejes a solas. Debo desinfectar su herida.

Él asintió y estuvo a punto de ponerse de pie, cuando sentí la necesidad de sujetar su brazo antes de que él me dejara sola con ella. No me daba buena espina, supongo que no le caía bien por saber quién era yo, me daba la sensación de que estaba esperando que Marxel se descuidara para cualquier movimiento.

—Estaré detrás de la puerta —murmuró él, encerrando sus dedos alrededor de mi brazo y con el pulgar realizó una pequeña caricia sobre mi piel.

Se liberó y volvió a mirarme antes de caminar hacia la puerta y cerrarla detrás de él. Cuando nos dejó a solas, Seraphine volvió a fijar su atención en mí y caminó hacia el suero que se encontraba detrás de mí. Sus manos destaparon la sabana blanca de mi cuerpo, dejándome prácticamente semidesnuda.

Ladrona de EspejosOnde histórias criam vida. Descubra agora