Capítulo 23

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CAPÍTULO VEINTITRES: Susurros en el tren

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CAPÍTULO VEINTITRES: Susurros en el tren

MARXEL

Parpadeé varias veces. Kara no bromeaba, comprendí por su expresión serena que no lo hacía. Sus palabras eran tan firmes que podría jurar que había estado pensándolo desde hace tiempo.

—¿Tu me acompañarás? —dije—. ¿Para qué quieres ir tú?

Nada me quitaba la sospecha de que sus planes se debían sobre atacar la Alta Torre, mi hogar, si no ¿para que otra razón sería?

Resopló.

—¿Quieres ayudar a tu madre o prefieres discutirlo conmigo? —se acercó y en un arrebato, cortó las sogas. Luego se movió para hacerlo también con las sogas que sujetaban mis tobillos—. Fuiste tú quien me dijo que me adentrara al ojo del huracán para encontrar las respuestas. ¿O era todo eso una mentira?

Apreté los labios.

—No lo fue.

Me levanté del sofá. Creí que la herida de la pierna me provocaría un dolor intolerable, pero no fue así, había mejorado bastante. Clavó sus ojos en mí cuando me posicioné delante de ella.

—Entonces no deberíamos perder tiempo. —Si en algo coincidía con ella desde que mencionó lo de acompañarme era aquello. Estaba a contrarreloj. Desde el llamado de mi madre mi mente solo podía imaginar lo peor. Kara me repasó, se fijó con la nariz arruga mi atuendo, precisamente en el pantalón desgarrado por la venda en la pierna—. No puedes salir con ese uniforme de oficial. Llamaría demasiado la atención de los demás.

—Ah, sí —solté, tenía además una apariencia terrible, podía imaginarme unas ojeras que me alcanzaban hasta los pómulos, el cabello desmarañado, una barba incipiente que llevaba días sin rasurar—. ¿Qué pretendes, entonces? —levanté una ceja.

Ella se volvió hacia su amigo.

—Dante, ¿puedes prestarle algo de ropa? —Este se sacudió al escucharla, pareció despejarse de su estado absorto y luego asintió con la cabeza.

Esperaba que nada de lo que había sucedido en estas paredes saliera de aquí. Me irritaba un poco, como nadie lo había hecho antes, que Kara tuviera tanto control sobre mí. Tan solo unos días atrás tenía poder sobre muchas personas y tomaba decisiones en cada momento, y luego había llegado aquí, y conocerla fue como encontrarme cara a cara con mi peor debilidad. Ahora que lo recordaba, incluso esta chica me había dado de comer.

—Escúchame bien, tenemos que ser lo más discretos posible y... —me miró y me señaló, apuntándome en el pecho—. No te atrevas a traicionarme en el camino. Necesito que te encuentres conmigo cuando me ayudes a entrar al cuartel de investigación.

La única forma de entrar era por medio del vivem. Bajé la vista al brazalete. Me costó bastante tiempo tener la confianza de mi padre para poder acceder a esa puerta.

Ladrona de EspejosWhere stories live. Discover now