Capítulo 7

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——CAPÍTULO SIETE: Cada vez más cerca de ella——

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——CAPÍTULO SIETE: Cada vez más cerca de ella——

MARXEL

El reciente ataque de la ladrona de espejos tenía a los miembros del concejo bastante inquietos. En la mañana, recibí la llamada de uno de los personales del cuartel de investigación para anunciarme el homicidio de Heck Wanes. La habíamos dejado de escapar, de nuevo, y ese desliz me generaba demasiada impotencia. Tenía que encontrarla cuanto antes para liberar la tensión del concejo y el Káiser.

Afuera de la discoteca Midnight nos esperaban dos oficiales que nos abrieron la puerta a mí y a Will. El salón estaba vacío, solo habían mesas, la barra y los focos de luz apagados, un ambiente distinto a las noches. Luego estaban las mesas de fondo donde se encontraba el equipo forense. Visualicé la escena del crimen, un cuerpo tendido sobre el sofá y abrasado por una manta blanca.

Revolví la manta para contemplar su rostro. Heck tenía una barba insipiente y una nariz respingona, podía tener alrededor de treinta y cinco años, o quizás era el aspecto vejezco que recibía por la palidez de sus mejillas. Además, tenía la boca entreabierta y los labios secos y llenos de un líquido blanquecido, una espuma que se había deslizado sobre su barbilla.

Había ingerido veneno. También le habían abierto la piel de la muñeca y retirado el chip de identidad.

—Es extraño —comentó Will, apoyándose sobre sus rodillas para analizar el cuerpo—. No era un miembro del concejo. Tan sólo era un gerente de banco.

Volví a colocarle la manta encima de su cabeza para dejar de observar aquella imagen.

—Lo sé —gruñí—. No tiene sentido que haya ido por él.

—Hay un testigo —indicó Héctor, que había aparecido de repente junto a nosotros.

Me hizo una señal con la cabeza y me llevó hasta la barra, donde un hombre se encontraba sentado sobre uno de los bancos. Su nombre era Jonas, amigo de Heck, y gran empresario en la zona élite. Había asegurado que la chica que había entrado en la discoteca se llamaba Tina Isaev y que parecía muy carismática, relajada y demasiado segura de sí misma.

Me senté a su lado.

—Hola —saludé y me incliné sobre la barra—, dices que Heck era amigo tuyo.

Jonas asintió. Tenía una expresión serena y reservada, parecía poco comunicativo. Llevaba el traje arrugado y la corbata desajustada, seguro por la revuelta de lo sucedido de anoche. Intenté proyectar toda la escena con base a la información que había recibido, pero por el momento no había llegado a ninguna conclusión y este hombre tampoco parecía conversador.

—¿Ella habló contigo? —pregunté.

Él me miró de lado y apretó la mandíbula. Primera señal de nerviosismo.

—Sí, conversamos al principio —bajó el tono de su voz—, pero parecía más interesada en Heck.

—¿Porqué lo dices?

Él sacudió un poco la cabeza y evitó mis ojos.

—No paraba de hacerle preguntas extrañas a mi amigo.

—¿Qué tipo de preguntas?

Él tragó saliva e inclinó el rostro para que solo yo le escuchara.

—Estaba intentando saquearle información sobre la Orden —soltó.

Disimulé una sonrisa en cuanto escuché aquellas palabras. ¿La Orden? Me avergonzaba admitirlo, pero no había escuchado ese nombre en mi vida. Se suponía que era el hijo del Káiser y debía estar enriquecido de conocimiento. El hecho de no estar enterado de las cosas me frustraba.

—¿Qué sabes tu sobre la tal Orden? —intenté esforzar un tono profesional, sin que pareciera demasiado desconcertado.

Él parpadeó. Tenía expresión vacilante, pero le mostré una sonrisa y un asentimiento para que continuara brindándome su confianza.

—Escuché que... es una organización de participantes en contra del gobierno —me dijo.

—¿Rebeldes? —interrogué.

Debían de ser ellos. Podrían estar planeando un próximo ataque y lo que era aún más seguro, era que a la ladrona de espejos le agradaba la idea de irse en contra de la Corona.

—No, no lo creo —susurró, tomándome por sorpresa—, creo que son personas dentro de la ciudad. Traidores prakvares —le tembló un ojo como si hubiera revelado algo prohibido—, pero no sé nada más, solo son rumores —apartó la mirada—. Por favor, olvide esta conversación.

Hablar de ese tipo de especulaciones en contra de la Corona era traición y condenado a muerte, por eso Jonás parecía demasiado nervioso y había preferido en omitírselo al cuartel. Ese tipo de información probablemente iba rondando en pocas personas, como Jonás y como había rondado en Heck antes de su muerto. Que hubiesen traidores prakvares era algo que me alarmaba.

¿Mi padre sabría de ello?

—¿Escuchaste algo más? —le pregunté después de mantenerme en silencio por unos segundos.

Él negó con la cabeza.

—No sé nada más, señor Leví. Discúlpame.

Era una lástima. Yo necesitaba esa información. Si la ladrona de espejos iba tras la Orden, yo también tenía que estar al tanto. Necesitaba saber más.

Chasqué la lengua.

—No te disculpes —le dije—. Ahora parece tener sentido. El hecho de que no supieras te salvó la vida.

Él no contestó. Seguramente ya lo sabía. Me levanté de la silla para colocar una mano sobre su hombro y acercarme a su oído.

—Si escuchas algún rumor más, deberás contactar conmigo primero —susurré—, sabes lo que le suceden a los traidores.

Luego me aparté de él y volví hacia los miembros del cuartel de investigación. Continuaban investigando el caso y permití que hicieran su trabajo. Por suerte, había obtenido otra pista y podía estar cerca de atraparla.

Me acerqué a Will, quién miraba a los investigadores de lejos. Tenía los brazos cruzados con el semblante serio. Era su expresión habitual cuando solía analizar demasiado las cosas.

—Necesito que me hagas un favor, Will.

Él se sobresaltó al escuchar mi voz. Una sonrisa se asomó en sus labios en cuanto notó mi presencia.

—Por supuesto.

—Quiero que filtres un anuncio —le dije—. Sobre un mercado de gemas. Se llevará a cabo en dos días en la plaza del oeste y asegúrate de mencionar que habrán las mejores ventas del año.

—¿Qué planeas? —inquirió con una ceja levantando.

Palmeé su hombro.

—Ya verás —contesté—. Ah, y el evento tendrá que ser para todo público. No te olvides de eso. Tanto ciudadanos de la zona marginal como de élite. Quiero que se publiquen en todas las noticias digitales.

Él asintió al instante.

El mercado de las gemas era muy reconocido. Era un festivo entre los prakvares de la zona de élite. Este año, se celebraría con todo Prakva. A los prakvares les encantaban las gemas de adorno y aprovechaban el evento para comprar las que tuvieran el precio más caro, pues entre más caro mejor el valor.

Los miembros de Prakva no se perderían una oportunidad como esta, y la Ladrona de espejos notará que todos sus objetivos estarán en el campo de atracción para poder pescarlos. Lo que ella no sabrá, es que el mercado será mi carnada y ella irá tras esta para caer en su propia trampa.

Ladrona de EspejosWhere stories live. Discover now