Capítulo 54

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Layla y Seth enviaban cada día al grupo de WhatsApp fotos del viaje. Yo, en cambio, pasaba mis días junto a Nico y mi familia.

—Hace muchísimo calor pero no lo cambiaría por el que hace en Los Ángeles.

Ambos nos reímos al escuchar a Lay al otro lado de la pantalla. Nos llamó por FaceTime mientras disfrutaban del mar desde el barco en el que estaban.

—Que no os engañe, se está mejor allí —dijo Seth a lo lejos, entre risas. Ella rodó los ojos mientras soltaba una risa.

—¿Tenéis pensado hacer algo hoy? —preguntó Nico, colocando un brazo detrás de mí, apoyándolo en el reposacabezas del sofá.

—Vamos a parar en una pequeña isla y pasaremos allí la tarde. Tipo picnic —enfocó a Seth mientras él conducía —Aquí todo es precioso. Me encantaría venir con vosotros. Bela estaría todo el día haciendo fotos.

—Si aquí está todo el día haciéndolas, no me quiero imaginar allí —Nico rio y yo le miré entre risas, apartándole en forma de broma.

—Bien bonitas que son. Luego me pedís que os las pase para publicarlas en redes.

[...]

Nos pasamos casi toda la mañana hablando con ellos y, cuando nos dimos cuenta, se hizo la hora de comer y no hicimos la compra.

Celine se ofreció a hacerlo pero, su hijo no quería que ella se preocupara sabiendo que ya era bastante tarde, por lo que, quiso invitarnos a comer fuera.

Hacía bastante calor en la calle, por lo que opté por ponerme algo cómodo.
Una vez allí, nos sentamos y pedimos algo para beber mientras nos decidíamos por la comida.

—¿Necesitas algo? —le preguntó Nico a su madre en cuánto la vio coger un papel para hacerse aire.

—No te preocupes, cariño —le apretujó la mano.

Sin hacerle caso, se levantó y se fue hacia una mesa donde había sombra. Hizo un par de gestos para que le siguiéramos y eso hicimos. Mientras nos cambiábamos de mesa, me puse a rebuscar por mi bolso por si encontraba algo que pudiera darle.

—Toma —le entregué a ella un abanico para que no pasara tanto calor —. Lo compré cuando fui en España. No es un ventilador pero da más aire que el papel que tenías.

—Gracias —me sonrió con cierta dulzura.

Minutos después, vinieron a tomarnos nota.
Durante la comida, Nico intentó que todo estuviese perfecto, tanto para mí como para su madre. Ese instinto de sobre protección del que hablamos, se percató de que volvió a salir en cuánto le miré y le acaricié para que se relajara.

Celine hablaba sin parar. Estaba muy contenta por recuperar de nuevo el tiempo con su hijo, más feliz que nunca. La mayoría de veces, nos preguntaba por nuestra relación, ya que sabía como era Nico antes y supuse que le había contado las miles de cagadas que los dos nos hicimos.

No le culpaba de todo a él, porque fuimos ambos los que quisimos comportarnos de esa manera tan celosa y poco responsable, pero, aunque costó tiempo, mejoramos para poder estar juntos. Era lo que queríamos. Los procesos nunca son lineales, y el nuestro no iba a ser la excepción.

—Déjala hablar tranquila, ¿quieres? —dijo su madre mientras soltaba una risa. No podía dejar de acariciarme al mismo tiempo que hablaba.

Él me sujetó la parte trasera del cuello con firmeza para darme unos cuántos besos y llevarle la contraria a su madre. Celine se dio por vencida y empezó a comer.

El resto de la comida lo pasamos hablando, aunque Nico recibió unos mensajes de su jefe que no le gustaron y, por un momento estuvo decaído, pero todo transcurrió tranquilo. Le pregunté si pasaba algo y me dijo que no. Sabía que hablaría conmigo en cualquier otro momento, así que, decidí dejarle su espacio.

Mi vecinoWhere stories live. Discover now